¡Hasta siempre!
Se están despidiendo. Ahora que todavía hay fuerzas, porque el paso del tiempo, ese implacable del que habló Milanés, va haciendo mella. Prefieren irse poco a poco, sin demasiado ruido, a anunciarlo de forma solemne. Lo dicen en su último disco, El balcón del adiós: como llegaron se van, con la misma parsimonia y cautela. Y si las despedidas suelen ser tristes, ellos reiteran que se van con alegría y esa energía que les da el público, su público, al que no quisieran defraudar. Echarán de menos los aplausos, aunque recordar sea volver a vivir.
Se escucharon casi todas las canciones del disco, como ese Moliendo café con aroma a éxito, esa Rosa de Francia en la que canta hasta Aristóteles Limonta, el Corazón loco con el que Machín se ganó el de los españoles o esa Longina que Manuel Corona compuso cuando algunos de ellos aún no habían nacido.
Vieja Trova Santiaguera
Reinaldo Hierrezuelo (voz y guitarra tres), Reinaldo Creagh (voz y clave), Aristóteles Limonta (contrabajo), Ricardo Ortiz (voz, maracas y güiro) y José Castañeda Maracaibo (guitarra). Palacio de Congresos y Exposiciones. Madrid, 25 de abril.
Música tradicional
Creagh bailó una vez más El paralítico, con ese aire desencajado que arranca siempre el entusiasmo del respetable, y Hierrezuelo hizo esfuerzos para mantener a raya su incontinencia verbal, ¡bendito sea!
Cantaron boleros, sones, chachachás y guarachas como La meticulosa, burla a una muchacha poco dotada por la naturaleza, 'simpática, sintética y meticulosa' -¡cuidado con los acentos, caballeros!-.
No será fácil olvidar a estos cubanos entrañables que durante ocho años han compartido con nosotros la música tradicional de su isla.
Babelia
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