Sin corrección

Ocurrió en Madrid el sábado 13 de abril, a las 19.35, en la confluencia de Gran Vía con la calle de la Montera. Un guardia urbano silbaba y daba órdenes a discreción (o sin discreción) y arbitrariamente. Una valla que, al parecer, él manejaba a su antojo, estaba retirada en el momento en el que nosotros intentábamos entrar con el coche por la calle de la Montera hacia el aparcamiento de la plaza del Carmen.

La calle de la Montera se hallaba despejada entonces; pero el agente rechazó irónicamente nuestra propuesta. De muy malos modos, y con tono chulesco, nos obligó a continuar por la Gran Vía hacia abajo.

Unos minutos después, cuando, tras dar un rodeo, vinimos a dar de nuevo a la calle de la Montera accediendo desde otra zona, ya circulaban coches por dicha calle porque el señor guardia había cambiado su criterio. Me bajé del coche dejando que otra persona lo condujera y me dirigí a él: 'Señor agente, pueden decirse las cosas con más amabilidad y corrección'. Lejos de presentar disculpas, su respuesta, en el mismo tono de unos minutos antes, fue ésta: 'A mí no me pagan por decir las cosas con corrección'.

Todavía añadí yo antes de marcharme: '¿Está seguro de que, en el puesto que usted ocupa, no importa la corrección? Cuando esté tranquilo, piense lo que acaba de decir. Con actitudes como ésta... las cosas van como van'. Pregunto: ¿es ésta la manera de dar la imagen de una sociedad civilizada?-