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Columna
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Un claro referente

Cuentan que Francisco Mariner definía a los de Torrent como una raza aparte. Sin duda personalidades superlativas, como la de José María Simó, han contribuido a tamaña exageración. Conocí a Pepe Simó a primeros de los setenta y más tarde coincidimos en el Club de Gerents, que él presidía, con motivo de una conferencia en la que me invitaron a participar, tratando de analizar los sectores industriales de nuestras pequeñas y medianas empresas, y las carencias de infraestructuras que por entonces ya se padecían, y que él reclamaba. Años después, tanto de presidente de la Federación Empresarial Metalúrgica Valenciana (Femeval), como de vicepresidente de la CEV, Simó dejó constancia de esta misma forma de actuar, lo que han reconocido empresarios y también sindicalistas. Más tarde accedió a la presidencia de la Cámara de Comercio de Valencia, y a la presidencia de la comisión de comercio exterior del Consejo Superior de Cámaras, como reconocimiento a su personalidad y a la importancia exportadora de la economía valenciana. En la Cámara, también llevó a cabo una importante renovación, ajena a partidismos, si bien incomprendida por algunos de sus colegas, que dificultaron su labor hasta el punto de hacerla imposible, o lo que es lo mismo darla por finalizada ante las nuevas perspectivas que se le abrían, aun cuando más tarde se le reconocería. Al poco tiempo ocupó la presidencia de la Caja de Ahorros de Valencia, y con la entrada de ésta en el capital del Banco de Valencia, la de la entidad bancaria, hasta los primeros meses de 1997 cuando cesó en el cargo por motivos de salud. En ambas entidades inició un importante cambio de imagen y propició un nuevo estilo de comunicación, ofreciendo notables avances de gestión, accesibilidad y crecimiento. Con anterioridad, su preocupación porque la economía valenciana y sus representantes tuvieran el peso específico que debiera corresponderles, le llevó a alentar la creación de la Asociación Valenciana de Empresarios, que impulsó la renovación de las estructuras empresariales. Su natural simpatía aglutinó también a su alrededor a un conjunto variado de personas, de ideología diversa, atraídos por su inmensa personalidad, su agudeza, y su natural inteligencia. Su salida inexplicada de la Cámara, anticipó acontecimientos en otros ámbitos, que igualmente iban a producirse, en unos momentos en los que los antecedentes y actuaciones de Simó, venían a coincidir con su independencia de criterio. En todo ello se observa cómo la ausencia de personalidades de prestigio en muchos momentos y ámbitos de la vida pública valenciana, resulta producto en ocasiones de una especie de animosidad congénita a la que parece se refería hace ya tiempo Vicente Iborra, que en su momento afectó a Simó, y que influye en la propia consideración de todo el colectivo, que sin duda necesita referentes personales en los que reafirmarse. José María Simó fue un claro referente empresarial, de los que muchas veces echamos en falta, y que como tal contaba con sus limitaciones y grandezas, pero que llevado por la clara defensa de los intereses de su pueblo, llegó a representar a los de las pequeñas y medianas empresas metalúrgicas valencianas, colaborando con el poder político sin perder el criterio empresarial y su independencia personal, lo que en estos momentos de celebración de la ejemplar trayectoria de 25 años de Femeval cabe reconocer.

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