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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Un equilibrio impecable

El Clase E ofrece casi todas las tecnologías de su hermano mayor, el Clase S, en un tamaño inferior y a precios menos prohibitivos. Es la referencia en su tamaño por comodidad, calidad mecánica y funcionamiento. Y sólo desentonan los asientos:son pequeños y cuesta encontrar la posición ideal.

Un turbodiésel brillante y refinado

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El mejor de su tamaño en calidad y tecnología

El motor 270 CDi de 177 CV permite disfrutar muy bien las cualidades dinámicas y sorprende por su elasticidad: tiene fuerza desde 1.000 vueltas, aunque es menos brillante por encima de 4.000. Pero corre mucho, se recupera con brío y tiene un tacto tan suave que cuesta notar si es un diésel. Combinado con el cambio automático de cinco marchas responde con potencia para salir de cualquier apuro y permite viajar a buenos ritmos con una soltura extraordinaria y sin aparente esfuerzo.

Los consumos suben un poco respecto al cambio manual de seis marchas, pero es más fácil y cómodo de conducir. Y aún así gasta poco, algo más de 6 litros a ritmos legales, alrededor de 10 en conducción rápida y unos 11 en ciudad, cifras austeras para su cilindrada.

Estabilidad y comodidad

El compromiso entre estabilidad y confort es casi impecable, al menos si no se han probado las suspensiones Airmatic opcionales, que eliminan el balanceo lateral. Pero el equipo de serie aporta ya una estabilidad a toda prueba, filtra muy bien los baches y tiene una dirección que impresiona por su tacto suave y preciso. El Clase E mantiene las trayectorias en las curvas sin inmutarse, apenas acusa las inercias y balancea muy poco. Y sobre todo ofrece una gran seguridad: es fácil de conducir y las ayudas electrónicas corrigen los errores del conductor sin que casi se dé cuenta: se han eliminado hasta las vibraciones del ABS.

Los frenos electrónicos SBC actúan con impulsos eléctricos sobre cada rueda, y, junto al ABS y el control de estabilidad, logran un equilibrio perfecto: aumentan la efectividad de la frenada y eliminan el riesgo de derrapar.

El resultado es una conducción agradable y segura en cualquier trazado: reacciones ágiles y nobles, mucho aplomo en autopista y gran manejabilidad en zonas viradas. El Clase E transmite una placentera sensación de control hasta en situaciones de apuro, porque los sistemas electrónicos se coordinan automáticamente para anticiparse al peligro. Y todo con el máximo confort, lo que convierte los viajes en paseos relajantes.

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