El hombre feliz
Sólo un tipo de una elegancia arrogante como Jaime Urrutia sabe llevar sin complejos esos botines blancos. De ellos, Urrutia ha hecho imagen de marca, aunque haya quien se los critique y le afee su uso cuando no encuentra otras cuestiones que objetarle. Para llevarlos con esa dignidad natural, y ese porte torero, hay que ser un hombre feliz, como se le supone ahora al que fuera líder de Gabinete Caligari.
Y es que Jaime Urrutia se sentía completamente feliz presentando a su legión de fervorosos seguidores madrileños el reciente Patente de corso, su primera obra en solitario. Lo reconoce en el estribillo de una de sus nuevas canciones: 'Feliz sin sentido, sin causa ni motivo, / completamente feliz, / feliz consigo mismo, sin misticismos, completamente feliz'. Era el tercer bolo de su gira -ha pasado ya por Alicante y Barcelona y hoy lo hace en Zaragoza- y tiene motivos para sentirse contento de cómo suena su banda. No en vano, detrás de Urrutia hay unos tipos curtidos en mil batallas -Los Pistones (Ambite) o Los Rodríguez (Guille y Germán)-, lo que hace intuir un empaste aún mejor allá por septiembre, cuando Jaime Urrutia haya ofrecido ya más de cuarenta conciertos, como tiene contratados.
Jaime Urrutia
Jaime Urrutia (voz y guitarra), Guillermo Martín (guitarra), Germán Vilella (batería), Ambite (bajo), Esteban Hirschfeld (teclados), F. J. García Díaz (saxo). El Sol. Madrid, 18 de abril.
Las nuevas canciones de Urrutia tienen un tono asombrosamente vital, empezando por ese monumento de canción comercial que nunca cansa, ¡Qué barbaridad!, que tuvo que tocar una vez más al final. Optimismo contenido alejado del guiño apesadumbrado de algunas de las piezas que compuso para su antiguo grupo. Aun así, recordó de sus años de gloria Suite nupcial, Más dura será la caída, La sangre de tu tristeza y Tócala, Uli, dedicado al fallecido Ulises Montero, saxofonista que tocó en Gabinete. Para reconocer el apoyo brutal y la seguridad que le dan sus músicos -Guille Martín es un tipo cuya guitarra parece una prolongación de su propio cuerpo, una extremidad más-, Jaime recreó Lo que quieras oír, de Pistones, y A los ojos, de Los Rodríguez, y terminó con recuerdos a Lou Reed (Sweet Jane) y a Marshall Greenslaw (Someday Someway). Urrutia no canta como ninguno de ellos, pero sus limitaciones las suple con enormes canciones y una simpatía no conocida anteriormente con la que inunda de felicidad el club donde toque.
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