Entre las internas y el dedazo
Con la primavera, además de las golondrinas y las flores, han retornado las mal llamadas primarias en la forma de las elecciones que el PSPV-PSOE ha convocado entre sus afiliados. Elecciones que van a serlo, no sólo porque va a haber votación, sino porque previamente va a haber competencia y libertad de voto. En el contexto original, las primarias son celebradas por los electores, para proveer puestos unipersonales, que se deciden según el principio de mayoría (casi todas las elecciones USA son así). En su adaptación latina son elecciones celebradas por los afiliados, para proveer puestos unipersonales que se deciden según el principio de mayoría. La diferencia de cuerpo elector permite entender las disfunciones porque la elección interna reservada a afiliados y próximos tiende a favorecer no al candidato de mayor soporte electoral, sino al que mejor se acomoda a la imagen del afiliado como se vio en las primarias entre Borrell y Almunia.
De otra parte, la primaria tiene plena razón de ser cuando cuando el afiliado que vota en las internas se corresponde idealmente con el elector que vota en las elecciones públicas, y en ambos casos se vota a una persona para un puesto. Pero entre nosotros ese es un supuesto inexistente. Antes bien, lo que hay son elecciones con voto de lista, para elegir representantes que, a su vez, elegirán al alcalde, presidente, etc. Encajar una institución nacida del principio mayoritario y el voto uninominal en un contexto dominado por el principio proporcional y el voto de lista no es fácil y genera disfunciones. Sin ir más lejos: si los votantes escogen entre candidatos, a quién corresponde hacer las listas, diseñar la campaña y adoptar el programa: ¿al candidato que da la cara o al aparato del partido que paga? La aparición del dualismo en la dirección es un riesgo alentado por la ausencia de cualquier regulación pública.
Otra cosa es que la alternativa realmente existente pasa, al parecer, por la designación del candidato por el aparato y del sucesor por el caudillo. Confieso que me gustan los delfines; pero en el mar, claro. Las internas podrán ser un ersatz pero serán un sucedáneo preferible si su alternativa es el dedazo.
Manuel Martínez Sospedra es profesor de Derecho en la Universidad Cardenal Herrera-CEU
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