Dos españoles esperan brillar en el Augusta más largo

Augusta, Georgia, campo del Augusta National Golf Club. Miércoles 10 de abril, víspera del Masters. Cielo nublado, calor húmedo, lluvias dispersas que ablandan los greens. Nueve de la mañana bajo el gran roble, el 'quercus virginiana' más que centenario (fue plantado a finales de 1850) que protege la entrada de la casa club.

Dos españoles, uno veterano (36 años), dos chaquetas verdes y muy prudente, y otro joven (22 años), impaciente y ambicioso, creen que pueden ganar el Masters, el primer torneo grande de la temporada, que comienza hoy en un alargado (260 metros más) campo de Augusta que espera a los largos pegadores, a los jóvenes de la tierra, y a los artistas al mismo tiempo, a los jugadores de instinto maestros de los hierros medios y cortos. Bajo la sombra inevitable de Tiger Woods, el gran favorito, el hombre que busca su tercer Masters y convertirse en el tercer jugador, tras Jack Nicklaus y Nick Faldo, que gana el torneo de Augusta dos años seguidos, José María Olazábal y Sergio García, entran en disquisiciones, por separado. También, al fondo, la figura de Seve Ballesteros, el español que conquistó el mundo en los 80 con su juventud y su arte.

'Cuando gané mi primer grande, el Masters de 1994, tenía 28 años, pensé que era demasiado pronto todavía', recuerda José María Olazábal. 'Por aquellos tiempos se creía que 30 años era la edad en que se podía alcanzar el máximo. Ahora, los jugadores jóvenes vienen mejor preparados, física y mentalmente, pero da igual: los grandes los ganan golfistas que rondan los 30, con una excepción, claro, la de El Tigre, como antes lo fue Seve, que también ganó un grande a los 22. Pero se trata de eso, de jugadores excepcionales, magníficos y fantásticos. Así que no creo que se le pueda exigir a Sergio García que gane el Masters a los 22, en su tercer año. Tiene el juego, es largo desde el tee y mueve muy bien la bola de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, es muy bueno con los hierros y también con el putt. Tiene el juego y ganas no le faltan, pero hay que esperar a que tenga paciencia, a que madure, a que conozca el campo para tomar las decisiones correctas en los momentos adecuados. 22 años no es nada'.

'Pues habrá que demostrar que no soy tan joven para ganar un grande', dice García, bajo el roble, media hora después. 'Me siento con más posibilidades que otros años porque la estoy pegando bien, porque he mejorado, porque soy más paciente, me lo tomo con más calma, me he hecho más mayor, he mejorado en la forma de planificar el juego, pero eso no quiere decir que haya perdido mi sello: seguiré dando golpes arriesgados, aunque quizás ahora no sea tan alocado'. Ha aprendido la lección del año pasado, cuando no pasó el corte y lo achacó a la injusticia del campo, que no se portó bien con sus grandes golpes: ahora, quizás, sabe, que es el jugador el que tiene que adaptarse a la realidad, que nadie es dios.

Olazábal, que se siente más tranquilo, calmado y sereno, habla de Sergio García, y también de sí mismo, de sus posibilidades. Y por primera en sus 15 Masters se permite el lujo de decir que puede ganarlo. Más todavía: 'Si juego al nivel que puedo jugar tengo posibilidades en todos los torneos'. Sergio García habla de sí mismo, de los demás un poco, de sus favoritos, Woods, Mickelson, Goosen, Els, él mismo, Olazábal... Y habla también de Ballesteros, de la polémica que mantiene enfrentados al mejor español de nunca y al joven que quiere ser mejor que él.

'He visto a Ballesteros de lejos, pero no he hablado con él', dice García. 'Lo que hay que hacer es concentrarse en jugar al golf y dejarse de pequeñeces. Si él quiere aclararlo, que venga a hablar conmigo. Yo no voy a ir a él'.