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Tambores, palomas y fogatas

Entre las formas rudimentarias de envío de mensajes a grandes distancias, una de las primeras fue la percusión con tambores; sin embargo, mostraba una capacidad codificadora de mensajes y un alcance acústico muy limitados.

Las señales de humo de fogatas encendidas sobre torreones fueron, quizá, las formas más eficaces de comunicación a distancia. En condiciones atmosféricas favorables, la percepción de una señal alcanza 50 kilómetros. En la Edad Media, con ahumadas de este tipo fue anunciado el nacimiento de un heredero del rey Enrique III desde Toro, en Zamora, hasta Segovia, a 130 kilómetros.

La guerra fue asimismo estímulo para el desarrollo de comunicaciones a grandes distancias. El reto era el de salvar la separación entre destacamentos alejados. Desde la época de los egipcios, las palomas figuraron entre los medios más utilizados para estos menesteres. Cerca de Madrid, en El Pardo, en un centro de transmisiones militares, existe desde hace 79 años un servicio de colombofilia. Se cree que cada paloma tiene en su cerebro elementos de magnetita, que le permiten orientarse en vuelo guiada por el magnetismo telúrico. Pueden llevar mensajes, colombogramas, en unos tubitos de aluminio fijados a sus patas, a distancias de hasta 1.000 kilómetros. La referencia es siempre su palomar. Un ave entrenada cubre en seis minutos el trayecto entre El Pardo y Cibeles, unos 10 kilómetros.

Más información
La amistad viaja sin rumbo 1.500 kilómetros

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