Contagio
El Ministerio de Defensa ha sido protagonista de una noticia que parecía un problema aritmético. Resulta que la teniente B parió un bebé al que pretendía amamantar, lo que el general A interpretó como una falta de patriotismo, ya que para dar la teta tenía que abandonar la guardia con el peligro consecuente de que el enemigo se colara en el cuartel. Éste es el planteamiento del problema. La pregunta, para no salirnos de la implacable lógica militar, podría ser: ¿cuál de los dos trenes llegará antes a Valladolid? Llama la atención que los protagonistas del suceso aparezcan como los vértices de un triángulo rectángulo, cuando se trata de personajes normales y corrientes con un conflicto de intereses laborales cuya resolución tiene un interés social evidente. O sea, que nos quedaríamos todos más tranquilos si la teniente B se llamara Rosario, por ejemplo, y el general A, Hermenegildo.
Hecha esta pequeña crítica a la institución castrense o castrante, con perdón, por un secretismo que no viene a cuento, hemos de añadir que nos parecen un poco salvajes los argumentos del general A, según el cual 'defender a España está por encima de la protección familiar'. No sea usted bruto, mi general. Suponemos que la teniente B no estará defendiendo a España todo el tiempo, qué tensión. Ni usted tampoco. Es más: le pedimos que la defienda sólo en sus ratos libres, porque cuando les da a ustedes por defenderla a jornada completa los civiles caemos como moscas. Le agradecemos su buena disposición, pero no nos hace ninguna falta.
De hecho, preferimos a los generales que se pasan la jornada laboral resolviendo crucigramas en la cantina. Son menos inquietantes que los que persiguen a las madres para evitar que amamanten a sus bebés, lo que desde algún punto de vista podría calificarse como una perversión. ¿De qué les sirve tener un ministro del Opus, defensor de los valores familiares? Le voy a decir la verdad, mi general: no parece usted un militar de carrera, sino el jefe de personal de una de esas empresas que rechazan a las mujeres fértiles por miedo al embarazo. Todo lo malo se contagia, aunque en este caso no sabemos quién ha infectado a quién.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.