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Columna
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Picasso

La mirada de Pablo Picasso hubiera fumigado tanta mediocridad. La mirada de Pablo hubiera hundido tanta insensatez. La mirada de Pablo hubiera quemado y convertido en cenizas tantas miserias políticas. Pablo Picasso estará, sin embargo, riéndose a mandíbula batiente viendo cómo unos pobres políticos se enredan en tareas vanas y disputas de baja estofa. El 8 de marzo se incendió una pequeña parte del Palacio de Buenavista, sede del futuro Museo Picasso. Un día antes de que Manuel Chaves visitara las obras, desde el Ayuntamiento de Málaga, pese a la reiterada negativa del alcalde, Francisco de la Torre, se filtró un informe de los bomberos malagueños en el que culpaban a la Junta de ser responsable del incendio del edificio. Todo parece ser con la intención de desviar la opinión pública sobre el caso Ramos, concejal de Urbanismo, hombre de confianza que fuera de Celia Villalobos y para quien el fiscal pide penas de cárcel e inhabilitación por ocultar órdenes judiciales que le embargaban parte del sueldo municipal.

Todo muy lamentable hasta el punto de que la Fundación Picasso, por indicaciones de Bernard y Christine Picasso, tuvo que sacar una nota oficial molestos por la politización que, casi desde un principio, envuelve este museo, una de las claves culturales de mayor importancia y prestigio, no sólo para Málaga sino para toda Andalucía. Y eso que aún no estamos en campaña electoral. Mal pintan las cosas para este museo cuando se convierte de forma permanente en arma arrojadiza que los políticos utilizan en beneficio propio. Y es que en esta y otras guerras que se avecinan (depuradora del Guadalhorce, saneamiento, palacio ferial, puerto de Málaga, regeneración de playas, viviendas sociales, centros escolares, etcétera) se empieza a descubrir la estrategia de socialistas y populares por el vellocino de oro que parece ser la Alcaldía de Málaga.

Mejor sería dejar en paz a Picasso y su museo, lo que representa y que nunca llega a ser objetivo número uno electoral. Es un museo de todos, es del pueblo malagueño como hubiera querido Picasso; ni es de Chaves ni es de Francisco de la Torre. Tengamos la paloma de Picasso en paz, que al menos es lo que él hubiera deseado.

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