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Columna
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Historia

Rosa Montero

Estoy segura de que Arafat tiene que ver con el terrorismo palestino: en los años sesenta él mismo fue un activista de bomba y metralleta, y además es un vidrioso personaje proclive a la corrupción y el despotismo, el tipo más aterrador de cuantos he entrevistado. Sharon, por su parte, también posee un antiguo pedigrí asesino (se entrenó a matar en Sabra y Chatila) y es un terrorista en plena ebullición, porque las salvajadas que está cometiendo en los territorios ocupados son sin lugar a dudas terrorismo de Estado: Irak fue bombardeado por mucho menos. Con esto quiero decir que son tal para cual; y que es una desgracia que el futuro pase por las manos de estos miserables.

Palestina ha sido un territorio inequívocamente musulmán desde el siglo VII d. C. En 1880 era una provincia del Imperio Otomano y tenía una población de 600.000 árabes y 25.000 judíos. Pocos años después nació el sionismo y el proyecto político de regresar realmente a Palestina: antes no era más que un mito religioso. Una reivindicación absurda, por cierto: si los judíos tienen derecho a la tierra tras 1.300 años de ausencia, los árabes deberían reclamar España porque sólo han estado fuera cinco siglos.

En la Primera Guerra Mundial, los británicos tuvieron la indecencia de prometer Palestina a los árabes y a los judíos al mismo tiempo. Luego prefirieron traicionar a los árabes, crearon un protectorado inglés en la zona (1917-1947) y, al principio (luego se arrepintieron), favorecieron la inmigración masiva de judíos. Más ricos y más tecnificados, los recién llegados arruinaron a muchos campesinos árabes y se quedaron con sus tierras. En 1947, la ONU decidió la partición de Palestina, otorgando el 56% del territorio a los judíos, que sólo eran un tercio de la población. Los árabes no aceptaron: suponía entregar más de la mitad del propio país a un grupo extranjero que cincuenta años antes no existía. Los judíos ocuparon por la fuerza mucho más territorio del estipulado, expulsando de sus casas a 500.000 palestinos que aún no han regresado (y aquí sí que podemos hablar de regresar). O sea: los terroristas de uno y otro lado son una gentuza semejante, pero la razón histórica está indudablemente de la parte árabe.

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