La exportación flaquea

Por fin conocimos hace unos días los datos de comercio exterior de diciembre y, con ellos, los del conjunto del pasado año. No se entiende bien la tardanza y la arbitrariedad en la publicación de estos datos, fundamentales para analizar la evolución de nuestra economía, especialmente en coyunturas internacionales complicadas. Las cifras son elocuentes del impacto que la recesión internacional está teniendo en los sectores exportadores, que fundamentalmente son los sectores industriales manufactureros, aunque también lo acusan de forma notoria las actividades relacionadas con el turismo y los viajes.

En diciembre, las exportaciones de mercancías, en términos reales, disminuyeron por tercer mes consecutivo respecto al mismo periodo del año anterior, esta vez nada menos que un 8,7%. Con ello, el retroceso del cuarto trimestre alcanzó el 4,4% y el crecimiento medio anual se situó en un modesto 2%, frente al 12,2% del año anterior. Se entiende así la caída del índice de producción industrial, dada su alta correlación con las exportaciones. Los productos más perjudicados fueron los bienes de equipo, con una caída media anual del 9,2% (aumento del 14,7% en el año anterior) y los bienes de consumo no alimenticio, cuyo aumento del 2,6% también quedó muy lejos del 11,4% de un año antes.

La pérdida de competitividad por el diferencial de precios y costes de España está pasando factura

Aunque no se conoce todavía el crecimiento del comercio internacional durante el pasado año, las primeras estimaciones de los organismos internacionales señalan una tasa también del orden del 2%. Por tanto, las exportaciones españolas apenas habrían mantenido su cuota de mercado, lo que no cabe valorar como positivo, pues la elasticidad histórica de las mismas respecto al comercio internacional se sitúa en torno a 1,5, lo que es tanto como decir que el crecimiento de las exportaciones ha venido siendo históricamente un 50% superior al del comercio internacional. Tampoco esta elasticidad se consiguió en el año 2000, a pesar de lo que pudiera pensarse del fuerte aumento de las exportaciones en ese año, dado que el comercio internacional aún aumentó más. Parece, por tanto, que la pérdida de competitividad derivada del diferencial de inflación de precios y costes de España respecto al resto de países desarrollados está pasando factura, sobre todo a los sectores más dinámicos y expuestos a la competencia internacional.

Por su parte, las importaciones de mercancías también moderaron su crecimiento el pasado año, pero mucho menos que las exportaciones, al aumentar un 4,1% en media anual frente al 8,3% del año anterior. En el cuarto trimestre, la tasa interanual se situó en el 2,5%, más del doble que la estimada por la contabilidad nacional trimestral (CNTR), que cuando fue publicada no conocía estos datos de diciembre. Dado que la tasa de las exportaciones señalada más arriba sí que fue perfectamente prevista por la CNTR, ello significa que la estimación de la contribución negativa del saldo exterior al crecimiento interanual del PIB en dicho trimestre (-0,9 puntos) se quedó corta en unas tres décimas, lo que supondría que el PIB habría crecido más cerca del 2% que del 2,3% estimado. Tendremos que esperar tres meses para comprobarlo.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (Funcas).