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La celebración de la llegada de la primavera

La Fiesta del Dragón, o Dragonfest, como se le conoce en Europa, surgió espontáneamente hace seis años, cuando un grupo de jóvenes del Reino Unido descubrió un paraje acogedor en Los Tablones, a seis kilómetros de Órgiva. Acamparon junto al río Guadalfeo y allí permanecieron varios días para festejar la llegada de la primavera. El boca a boca en el Reino Unido hizo que, en años sucesivos, la concentración fuese cada vez mayor. El año pasado llegaron hasta la zona más de 10.000 personas.

Los asistentes son en su mayoría hippies y trotamundos venidos de diferentes países europeos. Acuden muchas parejas de mediana edad que practican algún tipo de vida alternativa, acompañadas de sus hijos pequeños. Algunos visitantes se quedan en la zona una larga temporada, incluso de varios meses, hasta que eligen otro lugar al que desplazarse.

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Por lo general, en los macroconciertos o grandes acontecimientos musicales, y también a través de las páginas de Internet, van citándose en diferentes lugares de Europa. Después de Granada, muchos de ellos se desplazarán a la costa almeriense.

En la Fiesta del dragón, los asistentes levantan pequeños escenarios y allí realizan conciertos acústicos; también instalan carpas o utilizan los altavoces de los coches. Los participantes son en su mayoría pacifistas y ecologistas, herederos del movimiento hippy nacido en los años sesenta.

Sin organización

La Fiesta del Dragón carece de organizadores, de responsables y de cualquier tipo de jerarquía, lo que motivó este año la prohibición de la celebración por parte de las autoridades municipales de Órgiva. 'Aquí el organizador es cada uno', decía hace unos días Swan, un británico de unos 50 años que estaba acompañado de su mujer y sus hijos. 'Esto es un gran cámping hippy', explicaba otro de los asistentes.

La corporación de Órgiva, presidida por el PP, prohibió expresamente la venta de bebidas alcohólicas y la celebración de actuaciones musicales. Los disturbios con la Guardia Civil ocurridos el pasado miércoles dejaron entrever al alcalde, Adolfo Martín Padial, que lo mejor sería 'ser flexible' para evitar nuevos enfrentamientos y, para no empeorar la situación, permitir que los asistentes, que habían hecho largos viajes para llegar, descansaran.

El campamento debía haberse levantado el domingo por la noche, último día oficial de fiesta, pero el hecho de que no existan ni organización ni actividades programadas facilita que la gente se quede allí el tiempo que le apetezca. Los sucesos de ayer, sin embargo, hicieron que muchos optaran por irse.

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