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El FBI ayuda a Perú en la investigación del atentado cometido en Lima en vísperas de la visita de Bush

Una semana después del atentado terrorista frente a la Embajada de Estados Unidos en Lima, ocurrido en vísperas de la visita del presidente George W. Bush al país, las autoridades peruanas carecen de una pista sólida que permita identificar a los autores de la matanza. Para colaborar en la investigación ha llegado a Lima un contingente del FBI y de otros servicios de seguridad norteamericanos. La explosión de un coche bomba causó el pasado miércoles por la noche nueve muertos y más de 30 heridos, destruyó 17 vehículos y dañó una decena de inmuebles. Los primeros análisis indican que se utilizaron 25 kilos de dinamita.

El presidente de Perú, Alejandro Toledo, ha ofrecido una recompensa de un millón de dólares (1,1 millones de euros) a quien facilite información que permita la captura de los responsables, para quienes ha pedido la cadena perpetua. Idéntico botín proporcionó el ex presidente Alberto Fujimori a los agentes del Grupo Especial de Inteligencia de la policía antiterrorista que en septiembre de 1992 detuvieron a Abimael Guzmán, máximo líder de Sendero Luminoso (SL), que cumple cadena perpetua en la prisión de máxima seguridad de la base naval de El Callao.

Sendero Luminoso

No pasa un día sin que miembros del Gobierno, ex ministros, senderólogos, analistas y periodistas apunten hacia diversas direcciones sobre la autoría del coche bomba y a la hora de evaluar la amenaza de un rebrote terrorista en un país que vivió atenazado por la violencia durante más de una década. La última hipótesis, lanzada en una supuesta nota informativa de la Dirección Contra el Terrorismo (Dircote) del diciembre pasado, señala la aparición de una nueva facción de Sendero Luminoso, autodenominada Proseguir, que planeaba el sabotaje de diversas instituciones estadounidenses.

Esta tesis tiene que ver con quienes sostienen que el atentado fue obra de grupos residuales senderistas, que nunca aceptaron el abandono de las armas planteado por Guzmán en 1993 y que han seguido actuando de manera errática en zonas selváticas en las que también actúa el narcotráfico. Los seguidores de Guzmán han distribuido los últimos días un comunicado en el que niegan toda vinculación con el atentado de la semana pasada. La amenaza terrorista ha puesto de relieve fisuras en el aparato de inteligencia peruano después del desmantelamiento del Servicio de Inteligencia Nacional de Vladimiro Montesinos, Rasputín del régimen de Fujimori.

El ministro de Asuntos Exterior Diego García Sayán sostiene que lo único que se desarticuló fue 'una maquinaria siniestra de inteligencia, política, para atacar a los disidentes y opositores a la dictadura fujimorista y no la capacidad de inteligencia del Estado para defenderse y luchar contra el terrorismo'. García Sayán no descarta ninguna hipótesis aunque recuerda que cuando colapsó el régimen de Fujimori 'se comprobó que el terrorismo no estaba terminado. El manejo de la información que se hacía durante el autoritarismo trataba de dar la impresión de que era un problema resuelto. Por el contrario, en los años 1999 y 2000 hubo operaciones de propaganda armada y algunos actos de violencia en las zonas del Huallaga y del río Ene, de los que no era informada la opinión pública'. El Gobierno también considera la posibilidad de que seguidores de Montesinos sean los responsables del coche bomba, utilizando 'mano de obra que estuvo vinculada a Sendero'.

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