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Reportaje:Raíces

El pasado rescatado

Un investigador reconstruye la Córdoba de la Baja Edad Media en los archivos de todo el mundo

El canónigo archivero de la Mezquita Catedral de Córdoba, Manuel Nieto Cumplido, tiene su despacho en la misma estancia en la que Al-Hakem II se reunía con los gobernadores de las provincias tras la oración de los viernes, allá por el siglo X. En este histórico lugar conviven unas estanterías de madera dieciochescas, cuidadosamente talladas y sobredoradas, y pobladas por libros añejos y ficheros descoloridos, con la última tecnología en informática. 'Aquí', dice el canónigo con sencillez, señalando con gesto suave las librerías y la pantalla de su ordenador, 'está todo guardado'.

'Todo' es el Corpus Mediaevale Cordubense, el resultado de más de 30 largos años de trabajo. Nieto Cumplido, viajando y desmenuzando los archivos más ricos de España y de Europa, ha recopilado 31.000 documentos que retratan la Córdoba de la Baja Edad Media; en concreto, del tiempo transcurrido entre 1236, año en que se conquistó la ciudad, y 1500. 'En este conjunto', explica el canónigo, 'han quedado registrados todos los manuscritos e incunables que hoy se conservan en las bibliotecas cordobesas, pero también en otras, como la de la Universidad de Salamanca o la de la Real Academia de la Historia'.

Nieto Cumplido comenzó catalogando los fondos del archivo de la catedral: 'desde las actas capitulares', enumera, 'hasta bulas pontificias, privilegios reales, títulos de propiedad, concordias y pleitos'. Encontró, por ejemplo, amplia documentación sobre la sublevación popular de Fuenteobejuna de 1476, 'que dejó una extensa huella no sólo aquí, sino en los archivos de las catedrales de Sevilla y Toledo y también en el Archivo Secreto Vaticano'.

Abriendo su campo de visión y viajando a la Biblioteca Nacional de París, al Museo Británico de Londres y a la Torre do Tombo de Lisboa, el canónigo obtuvo, entre otras muchas cosas, valiosa información sobre temas tan dispares como la vida de la comunidad judía cordobesa en aquel entonces, la producción de vino en la provincia, la trama urbanística de la ciudad heredada de los musulmanes, 'que se pudo reconstruir al milímetro', la acción hospitalaria de la Iglesia a través de las cofradías o los viajes de los reyes de León y Castilla por la diócesis.

Nieto Cumplido, que ha desarrollado toda esta labor sin ningún apoyo económico externo, y enfrentándose a cierto desdén de los círculos académicos, sabe que el trabajo de su vida, aún inconcluso, es fundamental para la historia de la ciudad. Un ejemplo: encontró en el Archivo Secreto Vaticano 645 documentos del siglo XIV que fueron remitidos a Córdoba en su momento. Al presente sólo llegaron tres; los otros 642, rebosando datos, se quedaron en el camino, y hubiesen seguido oscuros y olvidados si no hubiese sido por el entusiasmo investigador del canónigo. 'Esta catalogación permite acceder a las fuentes históricas en plenitud y fiabilidad', resume, 'contando siempre con la posibilidad, como de hecho está ocurriendo, de que sigan apareciendo nuevos textos'.

Cuando el archivero comenzó su trabajo, hacia 1970, sólo disponía de una máquina de escribir alemana. 'Es un monumento del archivo, una joya, nunca se averió', dice sonriente, señalándola. Con ella mecanografió miles de fichas; cuando, hace unos años, empezó a utilizar un ordenador y a informatizar el Corpus, su cariño por la máquina se multiplicó, porque si hubiese rellenado las tarjetas a mano no habría podido escanearlas sencilla y ágilmente, como hizo, y la tarea de transcripción le habría ocupado muchísimo tiempo.

Este sacerdote sexagenario se muestra muy desenvuelto en cuestión de informática. 'Soy un aprendiz tardío, le he dado muchas vueltas a esto', asegura con humildad, mientras copia unos ficheros en un CD-Rom que ha de enviarse a un investigador de la Universidad de Siena. A su alrededor reinan los tiempos antiguos, encarnados por libros enormes y estantes de madera centenaria. 'Aquí no podíamos poner armarios metálicos', explica abriendo los brazos. 'No se puede pasar directamente del mirhab y darse de bruces con esos muebles de oficina'.

Tiene toda la razón; desde las cercanías del mirhab, la zona más solemne y más ricamente ornamentada de la Mezquita Catedral, se pasa al archivo cruzando un arco decorado con mosaicos bizantinos, que se darían cien patadas con esos rutinarios ficheros grises del orden y el concierto.

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