_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ecos de plomo en Perú

Hacía años que Perú no vivía un atentado terrorista de la magnitud del que ha matado el miércoles a 9 personas y herido a una treintena en las proximidades de la Embajada estadounidense. El Gobierno se declara de momento sin pistas sobre los autores de la atrocidad, no reivindicada, que representa una ominosa advertencia ante la visita que George Bush efectuará mañana a Lima, para reunirse allí con los jefes de Estado andinos antes de viajar a Centroamérica. La Casa Blanca ratificó anoche un desplazamiento que ha adquirido connotaciones especiales tras el coche bomba y la psicosis creada a partir del 11 de septiembre: la capital peruana estará tomada por 7.000 policías, a los que se añadirán los centenares de agentes que acompañan al presidente de EE UU.

Más información
Estado de excepción en Arequipa por las protestas tras privatizarse dos eléctricas

La matanza de Lima, con el sello aparente de Sendero Luminoso, ha tenido, entre otros efectos, el de revivir entre los peruanos las terribles memorias de la violencia extremista de los años ochenta y noventa. La llegada al poder el año pasado de Alejandro Toledo, tras la corrompida década dictatorial de Alberto Fujimori y su valido Vladimiro Montesinos, supuso un alivio para el maltratado país. Pero muchos viejos problemas subsisten, y los peruanos vuelven a protestar en las calles exigiendo trabajo, una vida menos miserable y el control de la delincuencia. Sólo el 25% de los ciudadanos aprueba ahora la gestión de Toledo, visto el verano pasado poco menos que como salvador de la patria.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

El desencanto, sin embargo, no es exclusivo de Perú. La esperanzada Latinoamérica de hace una docena de años, que parecía haberse librado a la vez de dictaduras, guerra fría y proteccionismo, vive un agudo declive y una notoria frustración por lo poco conseguido. Con rara unanimidad, los habitantes del subcontinente parecen haberse hartado de las reformas liberales. La panacea no ha llegado, y en la última década el crecimiento en la zona apenas ha superado el 3% y la endémica desigualdad social y económica no ha hecho sino crecer.

Alejandro Toledo no puede permitirse en este escenario el regreso de la dinamita. Washington está en condiciones de echarle una mano, y no sólo prometiendo ayuda contra el terrorismo. Si Bush, primer presidente estadounidense en ejercicio que visita Lima, quiere restablecer el liderazgo estadounidense en la región y acallar las crecientes dudas acerca de su compromiso real con los aliados, tiene una ocasión de oro. Puede comenzar presionando al Senado de su país para que renueve las preferencias comerciales al área andina -Perú, Colombia, Ecuador y Bolivia-, establecidas en 1991 para ayudar al combate contra el cultivo de la droga y que expirararon en diciembre pasado. Han proporcionado trabajo y bienestar a los países afectados y, pese a su aprobación por la Cámara de Representantes, las mantiene bloqueadas un grupito de senadores recalcitrantes. Es el mejor regalo que Washington puede hacer en las presentes circunstancias a Perú y sus vecinos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_