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Entrevista:ENRIQUE RUEDA-SABATER | Representante del Banco Mundial

'Las ayudas para el desarrollo de los países pobres son insuficientes'

Cristina Galindo

Enrique Rueda-Sabater (Valladolid, 1953) es el director de programas especiales de desarrollo del Banco Mundial y ha sido el responsable de coordinar en esta institución los trabajos preparatorios de la Cumbre de Monterrey, convocada por Naciones Unidas.

Pregunta. ¿Existen suficientes recursos para los países pobres?

Respuesta. En la Cumbre del Milenio, en septiembre de 2000, se acordó reducir el número de gente que vive en extrema pobreza a la mitad hasta 2015. Pero hoy los medios son incompatibles con los objetivos. Se necesita el doble de recursos en términos de ayuda al desarrollo. Ahora se transfieren a los países pobres 57.000 millones de dólares cada año. El Banco Mundial estima que son necesarios otros 54.000. La meta tiene mérito, pero si no se buscan más medios, esa situación es peor que nada. Las ayudas para el desarrollo de los países pobres es insuficiente.

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P. ¿Qué se puede hacer en la Cumbre de Monterrey?

R. La conferencia culmina un proceso importante. Hay que asegurarse de que existen medios para alcanzar ese objetivo y, por primera vez, se plantea que los medios deben incluir una gama de temas, no se trata sólo de dinero.

P. ¿De qué se trata entonces?

R. Además de incrementar los recursos, hay que tener en cuenta otros dos factores. Si los países, ya sean de ingresos bajos o medios, no tienen políticas económicas y sociales sensatas que combatan la pobreza, no se puede hacer nada desde fuera. Ésa es la base. Después, es fundamental la apertura comercial. Los países ricos mantienen barreras importantes a las exportaciones de los países pobres. Si no se rompen esas barreras, va a ser muy difícil que se reduzca la pobreza. Sólo cuando converjan estos tres elementos -políticas económicas, oportunidades y recursos- podremos decir que existen los medios adecuados.

P. ¿Una fórmula para todos?

R. Hay que adaptarla a las necesidades de cada país. Los que tienen unos ingresos medios necesitan del sistema internacional recursos para ayudarles a salir de una crisis, como los países grandes de Latinoamérica. Ellos necesitan instituciones multilaterales fuertes, con suficiente acceso a recursos para recurrir a ellas en casos puntuales. Para otros países, lo primordial es la apertura comercial. Otros necesitan de todo...

P. ¿Es optimista respecto a Argentina?

R. Hay que ser optimista por definición. Pero si el país no resuelve su problema central, que es cómo gestiona su política económica, va a ser muy difícil alcanzar la estabilidad.

P. La brecha entre países ricos y pobres se mantiene. ¿Es necesario un cambio en el sistema de financiación?

R. Más que un cambio del sistema de financiación, lo que hay que reconocer es la necesidad de combinar estos tres elementos. Éste planteamiento es fruto de años de experiencia en los que la comunidad internacional ha aprendido mucho. Además, sí que ha habido mejoras. Llevábamos 200 años en los que el número de pobres había crecido constantemente, pero en la década de los ochenta la tendencia cambió y no por casualidad. Una serie de países grandes que tomaron medidas de política económica destinadas a sacar partido de lo que el mundo les ofrece con el apoyo de la comunidad internacional han crecido a un ritmo del 5% anual de media en términos de renta por habitante, como China. Son lo que nosotros llamamos países globalizadores, porque han conseguido que el crecimiento dé lugar a una reducción de la pobreza, algo que se había cuestionado mucho. Por contra, los no globalizadores han mantenido una política económica defensiva y estaban mejor hace 20 años que ahora.

P. ¿Cuál es el compromiso en la reconstrucción Afganistán?

R. El Banco Mundial tiene un compromiso a largo plazo con cualquier país que lo necesite y sea miembro, como Afganistán. Un grupo de trabajo en el banco estudia ahora qué se debe hacer con los países de bajos ingresos en tensión o posconflicto. Son 28 y en todos, incluido Afganistán, tenemos un compromiso a largo plazo.

P. ¿Prevé una oposición fuerte del movimiento antiglobalización en Monterrey?

R. Es una cumbre de Naciones Unidas y el anfitrión es el Gobierno mexicano. Seguro que han tomado las precauciones debidas. Hay gente en ese movimiento más interesada en el aspecto constructivo que el destructivo y en el proceso de preparación de la cumbre han trabajado muchas ONG. Ésa es la forma: estar en las conversaciones, no mantenerse al margen. Paradójicamente, tenemos un mejor diálogo con las ONG en países en vías de desarrollo.

P. ¿Cómo ha impactado este fenómeno en la institución?

R. Causa gran sorpresa. El movimiento antiglobalización y el banco comparten el mismo objetivo, es decir, reducir la pobreza. Sólo hay algunas discrepancias sobre el método. Pero estamos intentando dialogar con las ONG constantemente. Espero que se imponga la sensatez y, al final, prevalezca ese objetivo común. El banco de ahora no es el banco de hace 40 años. Nos adaptamos a las necesidades del mundo en desarrollo.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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