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La constructora alemana Holzmann bordea la quiebra

La constructora alemana Philipp Holzmann, ya salvada de la quie-bra en 1999 por una sonada intervención del canciller socialdemó-crata Gerhard Schröder, podría verse forzada a declarar su insol-vencia mañana lunes. El principal acreedor y mayor accionista de la compañía, el Deutsche Bank, intenta forjar un plan de rescate, pero varias entidades financieras han dejado entrever que preferirían la quiebra de la empresa, que el año pasado registró pérdidas cercanas a 240 millones de euros y emplea a cerca de 23.000 personas, 10.000 de ellas en Alemania.

Los 17 bancos acreedores de la deuda rompieron el jueves las negociaciones, pero seguían en contacto telefónico para encontrar una salida a esta nueva crisis de una de las mayores constructoras alemanas, fundada en 1849. El plan propuesto por el Deutsche Bank prevé que los acreedores, para evitar la quiebra, renuncien a 114 millones de euros en deudas y abran nuevas líneas de crédito por otros 86 millones de euros. Las pérdidas de Holzmann del año pasado superan con creces el capital propio, que ya sólo suma 126 millones. Al menos cinco bancos, entre ellos el segundo mayor de Alemania, el Hypovereinsbank, consideran que este plan no brinda ninguna perspectiva y prefieren la quiebra. Sostienen que, en este caso, sería preferible la quiebra de una empresa que ha demostrado ser incapaz de sobrevivir sin ayudas externas. Otras entidades crediticias, por el contrario, temen las pérdidas que podría suponer una insolvencia. Holzmann debe cerca de 320 millones al Deutsche Bank.

La compañía había estado ya al borde del cierre cuando en 1999 registró pérdidas por 2.746 millones de marcos (1.404 millones de euros), ocasionadas por malos manejos y la violenta crisis de la construcción en Alemania. En aquel entonces, noviembre de 1999, el Gobierno alemán corrió al rescate de la empresa con cerca de 250 millones de marcos (130 millones de euros), en una decisión tan celebrada por los sindicatos como criticada en el extranjero.

Aquel rescate, en el que también participaron los bancos, y una complementaria reestructuración interna, de nada sirvió para solucionar los problemas de la compañía, que en 2000 registró pérdidas de 47 millones de euros, y en 2001, de 240 millones. Enfren-tado a la nueva crisis, Schröder hasta ahora no ha dado muestras de querer volver a intervenir (y tampoco tiene con qué por el lamentable estado de las cuentas públicas alemanas). No obstante, la cancillería en Berlín ha dado a entender que está muy al tanto de lo que sucede en Francfort, donde la empresa tiene su sede.

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