_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mucho mérito

Hay que tener muchas más cosas que las relacionadas con la simple táctica para poder hacer lo que hizo el Tau. Catorce puntos abajo en el tercer cuarto, el público desesperado, la derrota volando como una simple posibilidad y el Unicaja recolectando punto tras punto gracias a su sensato hacer. Tocando fondo, viendo el infierno abrirse bajo sus pies, el Tau se hizo grande. La entereza, el saber convivir con el miedo, el soportar esos silencios tan frustrantes que seguían a cada canasta del Unicaja, tienen muchísimo mérito. El Tau, en esa escalera que lleva subiendo hace tiempo, tiene ya todo el bagaje y la experiencia suficiente para llegar al peldaño más alto. Es imposible saber lo que hoy puede ocurrir en la final, pero el Tau llega demostrando de sobra que puede no sólo ganarla, sino que también es capaz de hacerlo en casa, estigma maldito que se ha cargado en años anteriores todas las ilusiones de los anfitriones.

Más información
La Copa es así
Coherencia
Estados de ánimo
El Tau Vitoria, campeón, al ganar al Barcelona por 85-83

En pleno desconcierto baskonista, Ivanovic acertó de pleno al poner en pista a la vez a sus dos bases, Bennet y Corchiani, que fueron los acompañantes perfectos y el fundamento de este equipo: sus hombres interiores. Tomasevic, Oberto y Scola fueron arte y parte en todo lo bueno que le ocurrió al Tau. Los argentinos excitaron al equipo y el público como sólo ellos saben hacerlo y la máquina comenzó a empujar, presionar, intimidar a los hasta ese momento imperturbables rivales. Un parcial de 20-0 y el calcetín vuelto del revés.

Hubo otra semifinal, pero no dio nada de sí. Ninguno de los dos equipos tuvo la culpa, pues ambos hicieron lo que pueden, pero precisamente por eso, por ser todo tan previsible y lógico, arruinó la posibilidad de algo más que un cómodo paseo de los azulgrana. Es una temeridad pensar que el Estudiantes puede poner en aprietos al Barcelona con su tiro exterior basado sólo en un jugador tan imprevisible como Garnett (hoy meto 35 puntos y mañana hago ocho) y un juego interior en el que tiene sitio y minutos un jugador llamado Patterson, peleado con el aro y la razón. La diferencia es tan grande que al Barça le bastó con dar unos cuantos mandobles defensivos al inicio del segundo tiempo, cerrar el rebote defensivo con ciertas garantías para que no le pasase como al Madrid e ir sumando puntos poco a poco, con el convencimiento que los madrileños en un momento harían crac. Y éste llegó.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_