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Patrones de patera, motines y sarna en la cárcel de Lanzarote

Traficantes de seres humanos marroquíes y saharauis forman un grupo homogéneo que intenta tomar el control de la prisión

La Guardia Civil interceptó ayer tres pateras en Lanzarote y Fuerteventura. Los inmigrantes aprehendidos serán llevados en las próximas horas a las terminales de los aeropuertos de ambas islas canarias, cuyas condiciones de habitabilidad han sido suficientemente aireadas. Menos conocido es el destino que aguarda a los patrones que gobernaban las embarcaciones. Serán encerrados en la cárcel de Lanzarote, donde no estarán solos: en el penal han llegado a juntarse hasta 60 traficantes de seres humanos. El director de este penal viejo y saturado denuncia el poder de los mafiosos en el centro, donde han provocado graves motines, y las dificultades para combatir las epidemias de sarna y tuberculosis que, de cuando en cuando, amenazan a los internos.

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La instalación de una cámara de visión térmica en Fuerteventura permite desde hace varios meses a la Guardia Civil interceptar en alta mar las pateras que se aproximan a Canarias. Esto contribuye a asegurar la vida de los inmigrantes que viajan en ellas y también a detener a los patrones de las embarcaciones, que son encerrados en la prisión de Lanzarote. Esta pequeña cárcel, construida hace 20 años, cuando en las dos islas orientales había sólo seis reclusos, albergó el año pasado a 250. La mitad de ellos eran 'jefes de patera'.

'Ahora mismo estamos por debajo de la media: sólo hay 20. Normalmente suele haber hasta 40. Y hemos llegado a tener hasta 60', explica el director del centro, José Antonio Muñoz López. Los patrones merecen atención especial en un informe remitido hace varios meses por Muñoz a la Dirección General de Instituciones Penitenciarias: 'Estos internos constituyen un grupo muy homogéneo, unido y muy peligroso en un centro pequeño como éste, ya que tienen un fuerte poder de exigencias que se nota en sus actividades, en el patio, en el comedor, etcétera, etcétera'.

El documento revela que los patrones, todos ellos marroquíes o saharauis, han desencadenado disturbios que el propio director califica como 'muy importantes': 'El 15 de octubre de 2000 protagonizaron un motín en el módulo , así como en el comedor, pidiendo libertad y amenazando con subir al tejado y cortarse el cuello'. Tras una serie de rebeliones, 'se procedió al aislamiento de seis de ellos y a su traslado rápido a Las Palmas, evitando como se pudo la pretensión que tenían de quemar un módulo'. Y añade que 'una gran mayoría de ellos han sido sancionados por riñas o agresiones a compañeros'.

El director de la prisión señala que son frecuentes los enfrentamientos entre los patrones de origen marroquí y los de ascendencia saharaui. 'Muchos se niegan a compartir la misma celda. Tememos que un grupo de marroquíes, más numeroso, provoque un enfrentamiento violento con los saharauis'. Por el momento, las diferencias políticas derivadas de la ocupación del Sáhara Occidental por Marruecos suelen quedarse en peleas durante los partidos de fútbol que los presos disputan en el patio.

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En el documento remitido a Instituciones Penitenciarias, Muñoz también muestra su preocupación porque ningún funcionario habla árabe, cosa 'que los presos utilizan en su provecho'. 'Carecemos de intérpretes y para comunicarnos debemos fiarnos de algún interno que sepa hablar español. Eso supone un riesgo. A veces viene un abogado, nos pide un traductor y se queda muy sorprendido cuando le decimos que no tenemos. En ocasiones el Cabildo nos cede alguno', relata a este periódico.

El director de la cárcel, que lleva tres años en el puesto, ha detectado cómo se refleja en la prisión la progresiva complejidad de las mafias de traficantes de personas que operan en el Sáhara ocupado por Marruecos: 'Cuando ingresan, los patrones hacen una llamada de teléfono gratis. Suelen ponerse en contacto con su familia. Más tarde les pagamos tarjetas telefónicas con los fondos de asistencia social penitenciaria. Hasta hace siete u ocho meses, no tenían dinero. Pero en los últimos tiempos han empezado a recibir giros de 10.000 o 12.000 pesetas. Se trata de pequeñas cantidades para el nivel de vida español, pero considerables para el que existe en su país'.

La prisión de Lanzarote tiene 'capacidad operativa' (un término que podría traducirse por capacidad máxima) para 150 presos. Ayer albergaba a 149, uno menos del límite. Pero, según su director, el viernes estaba ocupada por 160; es decir, 10 más del tope. En su informe, Muñoz denuncia: 'Entendemos que no pueden convivir en una celda de 5,70 metros cuadrados tres personas con tres literas, un baño y un armario'. El hacinamiento hace difícil controlar los brotes de enfermedades como la sarna (ahora mismo la padecen varios presos) o la tuberculosis (hace un año hubo algún brote): 'Tenemos espacio para aislar a una persona, pero no a dos. También nos resulta difícil controlar a los internos que se han relacionado con los infectados'.

Para aliviar este problema, la Dirección General de Instituciones Penitenciarias organiza traslados a prisiones de la Península una vez al mes. Pero antes de ubicar a los patrones de pateras en una u otra cárcel, según la disponibilidad de plazas, estos hombres son sometidos a un sorprendente periplo. José Antonio Muñoz lo detalla: 'La mayoría suelen ser detenidos en Fuerteventura y trasladados aquí, a Lanzarote. Para descongestionar la prisión, al cabo de un tiempo los enviamos a la prisión de Las Palmas. Allí permanecen hasta que se aproxima su juicio. En ese momento, nos son devueltos. Desde aquí los trasladamos ante el juez, que está en Fuerteventura. Cuando termina la vista los traemos otra vez aquí y luego los devolvemos a Las Palmas. Y desde allí son enviados a la Península'. Con el fin de simplificar semejante aventura, la Fiscalía General del Estado elabora una instrucción que amplía el uso de videoconferencias para estos casos judiciales.

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