La muerte en la frontera del cabo Alexander
Una emboscada palestina acabó con la vida del reservista ucranio que hace cinco años emigró a Israel
Alexander Nastrenko, 36 años, cabo de la reserva, fue enterrado ayer en el cementerio de Netanya, a poco menos de 50 kilómetros al norte de Tel Aviv. Murió baleado por francotiradores mientras patrullaba con un todoterreno por el municipio de Kerem Shalom, en territorio israelí, a escasos metros de la alambrada que anuncia la zona autónoma de Gaza, muy cerca de la frontera con Egipto.
Era de noche. Sus superiores le habían ordenado recorrer la línea fronteriza y tratar de descubrir si había en el suelo del camino trazas o pasos de presuntos infiltrados. En medio de la oscuridad se escuchó una ráfaga. Él murió en el acto, un compañero fue alcanzado en el brazo y otros tres miembros de la dotación resultaron levemente heridos.
Los soldados intentaron responder a la agresión. Dispararon a ciegas hacia donde habían partido los fogonazos. Pero no llegaron a tiempo. Los activistas habían logrado salir por el mismo lugar por el que habían entrado: una conducción de agua que discurre por debajo de la valla electrificada. Los francotiradores se encuentran a salvo en el interior de Gaza.
Los primeros resultados de la investigación oficial han puesto al descubierto graves deficiencias en materia de seguridad: el coche todoterreno en que los soldados hacían la patrulla no estaba blindado y la verja electrónica volvió a fallar. Nastrenko es el 95º soldado abatido en esta Intifada.
'Por la mañana, cuando estaba a punto de ir a la escuela, alguien golpeó la puerta de casa. Salté de alegría. Pense que era papá. Vi a un hombre de uniforme en la oscuridad del porche. El doctor se fue al dormitorio con mamá y la gente que le acompañaba me explicó que había muerto'. Ayer fue la primera mañana que Ina no asistió a la escuela. Fue a enterrar a su padre al cementerio.
Nastrenko había llegado de su Ucrania natal hacía cinco años. Ingeniero de profesión en su país, trabajaba en Israel como conductor. Su esposa, Ala, perdió hace una semana su empleo. Ahora, en la soledad de su casa en Netanya, junto con sus dos hijos, se pregunta: '¿Cómo será mi vida sin él?'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.