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Reportaje:HUERTA DEL REY | EXCURSIONES

La sierra domesticada

Por el bosque mediterráneo de Hornachuelos se pueden realizar rutas a la carta

Aviso a caminantes: aquí, en los alrededores de la Huerta del Rey, en el Parque Natural de Hornachuelos, al oeste de Córdoba, tienen a su disposición un amplio surtido de itinerarios, largos y cortos, llanos y escarpados, para atletas maratonianos y para paseantes pacíficos y cansados. Estas rutas, seis en total, permiten internarse en la infinita variedad del bosque mediterráneo y acercarse civilizadamente al hábitat natural de linces, jinetas, nutrias, jabalíes, ciervos, águilas reales y buitres negros, entre otras muchas especies. Se trata, en general, de animales esquivos, a los que es difícil ver.

Uno suele conformarse con sus huellas y sus sonidos. Pero en este lugar, a dos pasos del centro de visitantes, es posible contemplar de cerca una pequeña selección de aves rapaces, entre la que destaca una pareja de búhos reales, grandes y ruidosos, que muestran su indignación ante la presencia de intrusos erizando las plumas, multiplicando su volumen por tres, arqueando sus enormes cejas, mirando con fijeza y castañeteando el pico furiosamente: un gran espectáculo.

Estos animales tuvieron mala suerte. Sufrieron algún accidente que les dejó incapacitados para volar. Así, el centro de recuperación de especies amenazadas de Los Villares les recogió, les cuidó, y, una vez curados, en vez devolverlos a la naturaleza, donde estaban condenados a morirse de hambre, decidió dejarlos en cautividad, en una especie de hospital de campaña permanente. Este particular zoológico está justo a la entrada del parque, muy cerca del punto en el que arrancan la mayor parte de los senderos que cruzan la sierra de Hornachuelos.

El más breve de estos caminos, el del Arroyo de la Rabilarga, tiene un trazado suave de menos de un kilómetro. Transcurre a lo largo de un riachuelo tranquilo que lleva agua todo el año, y está adaptado para personas ancianas y discapacitadas físicas; también va bien para niños pequeños. En tan corta distancia se ven, a un lado, encinas, alcornoques, lentiscos, madroños, jaras y romeros, puro bosque mediterráneo; al otro, vegetación de ribera, álamos negros, olmos, almeces, adelfas, hiedras y zarzas, que escalan muchos metros tronco arriba.

Tras cruzar un puente de madera que parece sacado de una estampa japonesa, se avanza por la margen izquierda del arroyo y se llega a la sólida Encina de los Arrieros, un árbol centenario junto al que se reunían, años atrás, los trabajadores de las fincas cercanas para hacer juntos el camino de vuelta al pueblo. Y, con un poco de atención, se oye cantar a jilgueros, carriceros, ruiseñores, papamoscas y otras muchas aves.

Los caminantes algo más avezados pueden elegir otro de los recorridos posibles, el del sendero de las Herrerías, un itinerario de unos cinco kilómetros que sale también del centro de visitantes, y que avanza hacia el norte, monte arriba, entre enormes alcornoques cuidadosamente pelados, hasta llegar a una vía pecuaria que marca un cambio de paisaje. Se abre ante el excursionista un llano salpicado de encinas, jaras, coscojas y palmitos, con bellotas por todas partes, con pequeñas pozas embarradas, frecuentadas por jabalíes, y con antiguos hornos de cal aquí y allá.

Para los interesados en la etnografía, el sendero pasa cerca de una de estas primitivas caleras, la de San Antonio, que sigue en funcionamiento; puede verse cómo se alimenta el horno con leña de jara, transportada a lomo de bestias, y de piedra caliza, igual que se hacía siglos atrás, cuando el aislamiento obligaba a los habitantes de la comarca a ser autosuficientes.

La sierra alberga mucha ciencia y mucha historia. E incluso literatura y música: a unos 10 kilómetros del pueblo de Hornachuelos, al pie del río Bembézar, se encuentra el antiguo seminario de Nuestra Señora de los Ángeles, un edificio que se construyó a finales del siglo XV, y que fue el escenario elegido por el escritor cordobés Ángel de Saavedra, más conocido como el Duque de Rivas, para ambientar 'Don Álvaro o la fuerza del sino', un tremendo drama romántico sobre los golpes del destino, que luego Giuseppe Verdi convirtió en ópera.

Caza y miel

- Dónde: El parque está a unos 50 kilómetros de Córdoba: el trayecto en coche requiere aproximadamente una hora. Hay que salir de la capital en dirección a Posadas por la A-431, la carretera antigua de Sevilla. En las inmediaciones de Posadas, en un cruce claramente señalizado, se debe girar a la derecha, tomando la CV-124, y así se alcanza el pueblo de Hornachuelos. Desde allí no hay pérdida hasta el centro de visitantes de la Huerta del Rey. - Cuándo: Quizás el otoño sea la mejor temporada para acercarse a esta zona, no sólo por los días claros y las temperaturas suaves, sino porque se puede ver la berrea de los ciervos en las cercanías de la Carretera de San Calixto. Pero si le gustan las romerías y es capaz de sobreponerse al calor estival, puede ir a las fiestas que se celebran en agosto en honor de Nuestra Señora de los Ángeles. - Alrededores: El pueblo de Hornachuelos destaca por su oferta gastronómica. Tienen mucha fama las carnes de caza de los cotos cercanos, de ciervo y de jabalí sobre todo, y pocos visitantes se van sin probar el célebre chorizo de venado. Para los golosos hay hojuelas, pestiños y torrijas, bañados en la excelente miel que elaboran las abejas de la comarca. Eso sin olvidar otro sano producto de las colmenas: la meloja. - Y qué más: Información en las oficinas de Turismo.

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