¿Cómo lo ves ?
'Todo se ve del color del cristal con que se mira', dice el dicho popular, y es verdad que dependiendo de la perspectiva de cada cual se percibe la realidad de una u otra manera. Miramos en función de lo aprendido, de lo conocido, de lo que muestras propias vivencias nos aportan, de nuestra cultura y costumbres. Por eso cuando ponemos la mirada en nuestro pasado pensamos que las mujeres hemos avanzado mucho. Pero si nos acordamos de Afganistán, el balance ya no es tan satisfactorio.
Aun así, en los países occidentales, como el nuestro, los avances han sido innegables. Pero, en cualquier caso, habría que evitar el falso optimismo que caracteriza este tipo de valoraciones, dado que a menudo esconden un deseo de inmovilismo cuando la realidad nos indica que el objetivo de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres no avanza en la medida en la que lo hace nuestro nivel de bienestar o nuestros recursos democráticos. Aún más, un déficit en esta igualdad de oportunidades significa un recorte en el bienestar y la democracia plena, cuando la mitad de la población no se beneficia de ellas.
En algunas fiestas la mujer no puede participar en iguales condiciones que los hombres
Es necesario, por lo tanto, que la realidad que nos rodea y la organización social que regula nuestras vidas -a menudo, sin ser conscientes de ello- se vean con una mirada diferente ya que, al observar el origen y desarrollo de la desigualdad de género, es el mismo sistema quien queda bajo la sombra de las interrogantes. Es entonces cuando adquiere sentido analizar la desigualdad fijando la mirada tanto en la situación e intereses de los hombres como los de las mujeres. Por ejemplo, conocemos las cifras de desempleo y sabemos que las mujeres duplican las tasas de paro de los hombres (mujeres, 15,9 %; hombres, 8,5%). Sin embargo, es necesario desvelar todos y cada uno de los aspectos que hacen que esta situación se mantenga o que se avance tan lentamente en su superación.
Sabemos también, porque lo hemos estudiado, que el trabajo reproductivo (que mayoritariamente lo realizan las mujeres) supondría el 40% del PIB; y sin embargo, sigue sin reconocerse su importancia, social y económica, y por lo tanto tampoco la necesidad de su reparto.
Vemos diariamente a nuestros hijos e hijas compartiendo las mismas aulas, pero no nos percatamos de cuáles son los diferentes roles y valores que una vez aprendidos limitarán su futuro, al impedirles desarrollar todas las capacidades para abordar de manera equilibrada, cuando sean personas adultas, sus responsabilidades tanto en el ámbito familiar como en el profesional.
Las mujeres maltratadas ya son noticia, pero esta realidad encubre unas desiguales relaciones de poder entre hombres y mujeres que hay que desvelar para llegar al fondo de la cuestión y solucionar el problema en su raíz.
Constatar la insuficiente presencia de las mujeres en la toma de decisiones políticas y su escasa participación en el ámbito económico es un primer paso para enfocar la mirada en las barreras que dificultan un reparto justo también en estos ámbitos. Comprobamos que las mujeres de nuestro entorno siguen desempeñando el rol aprendido a lo largo de toda una vida, el rol de cuidadoras, que oculta una realidad mucho más difícil de medir, ya que se traduce en una falta de tiempo para el ocio, la formación personal, profesional e intelectual, o para el simple cuidado de su salud.
Vemos también que las mujeres no pueden participar en algunas fiestas en igualdad de condiciones con los hombres y que esto, aún siendo un déficit democrático, no se percibe como una vulneración de derechos, sino como una concesión a la tradición.La imagen que de las mujeres se presenta está muy determinada por perjuicios o estereotipos que poco tienen que ver con nuestra presencia en los diferentes ámbitos de actuación social.
Este 8 de marzo desde Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer queremos invitar a todas las personas a ponerse unas gafas simbólicas para mejorar nuestra visión. Unas gafas que son aptas para todas las edades y tienen efectos beneficiosos, porque enseñan a ver la realidad desde la mirada de las mujeres y de los hombres, lo cual significa que se tienen en cuenta las situaciones, intereses y necesidades tanto de unos como de otras. Un excelente ejercicio recomendado para seguir mejorando este mundo.
Txaro Arteaga Ansa es directora de Emakunde.
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