Errantes por la facultad
Llevo ya dos años en la facultad (soy estudiante de filología hispánica) y en este tiempo me he dado cuenta de que el funcionario, en el momento que aprueba unas oposiciones (no incluyo a todos, por supuesto), deja de trabajar, ya tiene la vida resuelta.
Digo esto porque en este último año nos han cambiado el plan de estudios y, además de ser un cambio hacia una incultura mayor, este plan ha estado mal organizado desde el principio; en el primer cuatrimestre estuvimos un mes vagando de clase en clase buscando un profesor que nos enseñara algo sobre literatura española del siglo XX, estuvimos rellenando instancias, dirigidas a la secretaria de filología, para que solucionaran el problema de masificación en la asignatura de Historia de la Lengua, etcétera.
Ya estamos en el segundo cuatrimestre, y todos hemos acudido a clase con el pensamiento de que la paupérrima organización del primer cuatrimestre ya estaba resuelta. No ha sido posible, de tres asignaturas no hemos dado dos: una por la ausencia de un profesor -que estaba en un tribunal de tesis (comprensible)-; pero la otra ausencia ha sido fantasmagórica, pues no se ha debido a la ausencia del profesor, sino a la inexistencia del mismo. Si los alumnos que pagamos para recibir una enseñanza no la recibimos, tampoco se pague a los funcionarios que creen que por tener unas oposiciones aprobadas tienen la vida resuelta. Queremos aprender.