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Columna
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Cacos

Aunque no sea de invención reciente, en Gandía los reventadores de pisos usan su propio código de signos para marcar las puertas de las casas indicando si se puede entrar, cuándo y cómo hacerlo. Igualmente conviene conocer los rituales de los delincuentes antes y después de cada golpe, con ofrendas y purificaciones cerca del banco elegido, contrato de mentalistas y asesores espirituales ( que a veces son también detenidos ) como aquellos secuestradores que consultaron a la vidente la hora mejor para cobrar el rescate.

No es aquí, que se sepa, es en el gran Buenos Aires donde se fabrican amuletos para los bardos (robos pequeños), ofrendas de costillas, ensalada y aceite frente a comisaría para anular a la policía, pulseras con mostacillas para los 'creyentes' que planean un butrón, llaves con las que se va a entrar, embadurnadas de sangre, baños de protección con sales especiales.

Si el conjuro previo falla, o no se ha tenido la precaución de encargarlo, y el chorizo cae preso, una cadena con candado sobre las vías del tren logrará, cuando alguien la abra, que el acusado quede libre . Antes se habrá invocado a los demonios como Bara Lode (dueño de las llaves, para que abra la celda), porque los santos no ayudan a robar y el ángel guardián de los delincuentes es un caído. Más barato que sobornar psiquiatras y jueces.

El precio de los 'trabajos' depende de la envergadura de la acción , y se suele abonar en cuotas o plazos, mitad antes y mitad después. Los ladrones porteños tienen miedo y se dejan guiar. En dos horas, la tarotista advierte a las bandas: el rey de espadas representa juez o abogado (problemas con la Justicia). El 5 y el 8 de espadas, desgracia de amigo y cárcel.

No es por dar ideas, que ya nos anega bastante ola de criminalidad. Pero si llegaran hasta aquí tales despliegues de imaginación, los altavoces de Catí y San Mateo pregonando Mi carro me lo robaron como advertencia (algo xenófoba) a la población candidata al desplume, supondrán roma defensa, casi cosa de risa.

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