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Reportaje:AIRE LIBRE

Elefantes marinos toman el sol

Un crucero revive la ruta de Darwin en Tierra del Fuego

Glaciares, aves, leones y lobos marinos, bosques vírgenes, pingüinos, delfines, extrañas especies vegetales. El joven tripulante Charles Darwin recorrió estas mismas aguas en 1832 en una expedición científica a bordo del barco Beagle. Hoy se puede hacer en un crucero, el Terra Australis, que permite al viajero asomarse hacia un mundo que continúa siendo cobijo de una imponente belleza natural y de gente singular. Paisajes de tanta fuerza que estimularon hace ya casi dos siglos la imaginación de Darwin para crear la teoría de la evolución de las especies.

El viaje parte desde Punta Arenas, última ciudad chilena de relevancia en el extremo sur del país. Tierra de colonos (en su mayoría llegaron provenientes de Yugoslavia), esta región, conocida bajo el nombre de Magallanes, es una de las menos habitadas del mundo por kilómetro cuadrado. Su superficie es de 1.382.033 kilómetros cuadrados con una población que según el último censo (1992) tenía 143.481 habitantes. No es extraño, por tanto, pasar siete días en un viaje donde lo inusual es ver personas y núcleos urbanos.

Embarcamos por la tarde. Nos presentamos, bailamos el pingüino (versión patagónica de la danza estilo country). Noche de navegación.

Día 1. Ya en el primer descenso a tierra en la bahía Ainsworth, los únicos anfitriones son tres enormes elefantes marinos que retozan cerca de la playa disfrutando cual bañistas de un día de sol. Al fondo, y en plena cordillera de Darwin, se observa el primer glaciar, el de Marinelli, con una pared de hielo de 40 metros de altura. Comienza el juego de luces y colores de monumentales hielos que contrastará con la verde intensidad de la vegetación colindante.

Nos explican los guías que haremos una caminata por el bosque virgen. Se escuchan nombres tan sonoros como nirre, lenga, coigüe, maiten, notro, chaura, chilco... Nos cuentan que si comemos calafate, arbusto con pequeños frutos redondos y azules, dice la leyenda que volveremos a la Patagonia. Nadie deja de probarlo.

Mientras caminamos, nuestros pies parecen pisar una alfombra mullida que se hunde levemente bajo los zapatos. Es la turba, nos comentan, combustible fósil que se ha ido formando de residuos vegetales desde hace 4.000 a 5.000 años. Llegamos hasta una represa construida por castores.

Por la tarde de ese día hacemos un recorrido en botes zodiac alrededor del islote Tucker. Es el primer encuentro con grupos de pingüinos magallánicos. Además de esta colonia es posible observar, en buena parte del roquerío de la isla, a los cormoranes, aves que en la distancia tienen gran similitud con los propios pingüinos. Los vecinos colindantes, a 15 minutos de navegación, también sobre rocas, son lobos marinos.

Día 2. Nada más despertar estamos frente al fiordo D'Agostini, integrado por varios glaciares. Avistamos diferentes lenguas de hielo que al caer al agua adquieren formas de esculturas flotantes.

Nos acercamos en los botes zodiac al glaciar Serrano. De tanto en tanto se escucha un desprendimiento. Sonido que rompe el silencio tremendo de todo este entorno. No sin cierto abatimiento, los guías nos explican que los glaciares están retrocediendo a velocidad de un metro diario debido a la disminución de la capa de ozono.

Día 3. Seguimos la navegación a la bahía Yendegaia. Las aves se suceden en una gama impresionante. Hay más de 250 especies. En la bahía nos espera la primera persona que nos encontramos en el viaje. José Alvarado, que pasa solo la mayor parte del tiempo y ni siquiera lo hace en una de las tres cabañas que hay en la orilla de esta estancia. Vive en la montaña y baja solamente para esperar a los viajeros del Australis que llegan los martes. Es el guía para realizar una visita optativa a caballo. Hombre parco en palabras, su gran compañía son sus 14 perros y ocho caballos. Durante el invierno, cuando nadie llega, se dedica a hacer riendas y material de montura. También captura caballos salvajes. Le pregunto si no le pesa a veces esta soledad. 'No, al contrario, ver mucha gente me molesta'.

Enfilamos a Puerto Williams, el asentamiento humano más austral de planeta. Esta base naval de la Armada chilena, a orillas del canal Beagle, tiene 2.500 habitantes y dos calles. Una de sus atracciones es el pequeño museo Martín Gusinde, con fotos de los pueblos indígenas de la zona. A la salida había cuatro mujeres, últimas descendientes de los indios yaganes, vendiendo artesanías elaboradas por ellas mismas. En esta zona, la colonización de finales del siglo XIX y comienzos del XX fue la causante del exterminio de las diversas etnias autóctonas.

En su centro comercial, cuatro o cinco tiendas y un pub llamado, cómo no, Pingüino. Dentro, cuatro mesas y una chimenea encendida. Jorge, su dueño, cuenta que no ha nacido aquí, pero que le gusta la tranquilidad de este lugar. 'Esto engancha', asegura. Comenta que hay dos discotecas y, por tanto, el viernes van a una y el sábado a la otra. Silvia se une a la conversación. 'Aquí en el pueblo nosotras elegimos, porque la relación es de una mujer por cinco hombres'. Tanto el lugar como la gente recuerda a la serie de televisión Doctor en Alaska.

Por la noche llegamos a la ciudad de Ushuaia, en el lado argentino. Es mucho más grande que Puerto Williams y hay actividad nocturna. Al lado del puerto está el pub Oriel Antoine, en honor a un francés que se autoproclamó rey de la Araucanía.

Día 4. Ushuaia nació como colonia penal. El museo carcelario lo recuerda. Los crímenes del petiso orejudo, uno de los criminales más famosos de Argentina, dan escalofríos. Y no deja de llamar la atención encontrar el nombre de Carlos Gardel en una de las celdas, hay indicios de que podría haber estado en este penal en su juventud por delitos menores.

Día 5. Desembarcamos en el glaciar Pía y luego hacemos una excursión al bosque colindante al glaciar Garibaldi. Este lugar exhibe una formación boscosa de hace 200 a 300 años con más de 30 tipos de helechos. La caminata es dura porque no hay sendero y se anda sobre barro, rocas, entre árboles, sujetándose de las ramas. Cerca hemos visto otra colonia de lobos marinos que salen al encuentro de los botes zodiac.

Día 6. Cada vez podemos apreciar a menos metros los glaciares. Bajamos en la había Brookes, verdadero anfiteatro de cinco enormes masas de hielo, rodeado nuevamente por la cordillera Darwin.

Día 7. Sólo a 25 millas de Punta Arenas está la isla Magdalena, habitada por pingüinos en una gran explanada donde no hay árboles ni rocas. Sólo tierra, pingüinos, sus nidos y un faro habitado por un hombre, otro de estos grandes y empedernidos solitarios.

Impresiona el espectáculo de cerca de 60.000 parejas de pingüinos. Se camina por un sendero en el cual hay que detenerse muchas veces para dejarles pasar en sus constantes idas y venidas al mar.

Al desembarcar en Punta Arenas no hay nadie que no siga sintiendo el vaivén del barco en los pies, y cuesta volver a recuperar las dimensiones del espacio después de tanta inmensidad.

Un grupo de elefantes marinos descansan sobre rocas al borde del canal Beagle, en Tierra de Fuego.
Un grupo de elefantes marinos descansan sobre rocas al borde del canal Beagle, en Tierra de Fuego.EMANUELE MOZZETTI

GUÍA PRÁCTICA

Datos prácticos

Población: Punta Arenas, 115.000 habitantes; Puerto Williams, 2.500, y Ushuaia, 45.000. Prefijo: Punta Arenas y Puerto Williams (00 56). Moneda: peso chileno y peso argentino. Un euro equivale a 590 pesos chilenos y 1,74 argentinos.

Cómo ir

Desde Santiago hay vuelos a Punta Arenas con Aereocontinente (915 59 94 42) y Lan Chile (915 59 72 95), de unas cuatro horas de duración.

Dormir y comer

- Hotel Plaza (61 24 13 00). José Nogueira, 1116. Punta Arenas. Habitación doble, 95 euros. - Hotel José Nogueira (61 24 88 40). Punta Arenas. Antigua residencia con más de cien años. La habitación doble, 205 euros. - Restaurante La Pérgola, en el hotel José Nogueira. Punta Arenas. Comida internacional. Unos 22 euros.

Visitas

- Museo Martín Gusinde (61 62 10 43). Puerto Williams. Temas: recursos naturales, historia y grupos étnicos de Tierra del Fuego.

Cruceros

- Agencias de viajes: Comapa (61 20 02 00; www.comapa.com) y Ventistur (61 22 90 81; www.ventistur.com). Punta Arenas. Cruceros de siete días que salen y regresan a Punta Arenas. Entre 1.900 y 2.900 euros. Incluyen comidas, visitas, explicaciones, etcétera

.Información

- www. chileaustral.com y www.ushuaia.com.ar.

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