'Es una vergüenza que Karadzic y Mladic no estén en la cárcel'
El alto representante de la comunidad internacional en Bosnia-Herzegovina, el diplomático austriaco Wolfgang Petritsch, de 54 años, considera una absoluta vergüenza que los dos presuntos criminales de guerra más buscados, el líder de los serbios de Bosnia, Radovan Karadzic, y el general yugoslavo Ratko Mladic, sigan en libertad y no encuentra explicación para ello. Petritsch concluye en mayo su mandato en Bosnia-Herzegovina y pone fin así a casi cinco años de diplomacia en los Balcanes, en los que fue embajador de Austria en Belgrado y enviado de la Unión Europea para Kosovo. En su despacho de Sarajevo, Petritsch recibió a EL PAÍS.
Pregunta. Se define una nación como 'el deseo permanente de vida en común'. ¿Existe ese deseo en Bosnia-Herzegovina?
'Cada vez más los problemas de Bosnia se solucionarán de forma política, no militar'
Respuesta. En estos tres años que trabajé aquí, lo más fascinante para mí ha sido observar cómo las personas y élites políticas apoyan cada vez más la idea de un Estado Bosnia-Herzegovina. Entre los serbios hay un rechazo y un escepticismo esencialmente menor, y hay más comprensión especialmente por parte de los croatas. Este Estado será una tarea a largo plazo. Nos habremos marchado y será un problema, pero este Estado, de hecho, crece de forma unida. Será decisivo lo que los ciudadanos de este Estado reciban de él, el desarrollo económico y social. Esto no es nuevo. También en nuestros Estados es así. La política busca su legitimidad en la satisfacción de los ciudadanos, que a su vez depende del desarrollo económico.
P. Una retirada de SFOR es inconcebible durante años.
R. Durante mi periodo, SFOR se redujo de 30.000 a 17.000, y en este periodo hemos hecho cosas muy difíciles. Yo he sido, por decirlo así, más duro que Carlos Westendorp . He destituido a más de setenta políticos, entre ellos el presidente del país, primeros ministros, ministros, alcaldes, gobernadores, y hemos conseguido abrir brecha en el retorno de los refugiados. Este año y el pasado fueron decisivos. En estos dos años pudimos hacer retornar a muchos más refugiados que en los años anteriores. El retorno se acelera ahora. Es otra situación, aunque hubo pasos atrás, pero estaba claro que esos retrocesos han sido reacciones defensivas de los extremistas. Con frecuencia hubo problemas graves de seguridad, pero pudimos solventarlos con una SFOR reducida de forma drástica. Cada vez más esos problemas se solucionarán de forma política y no con apoyo militar. Esto es un gran progreso.
P. ¿Diría usted que el retorno de los refugiados depende más bien de cuestiones económicas que de seguridad?
R. Ahora el problema de la seguridad pasa a un segundo plano, por detrás de las cuestiones económicas, del sistema escolar, de los hospitales, etcétera.
P. Usted tuvo una gran crisis con los croatas. ¿En qué acabó?
R. Cuando cambió el Gobierno, los nacionalistas del HDZ se dieron cuenta de que no tenían un abono permanente a puestos en el Gobierno. No querían aceptar ir a la oposición y llamaron a un boicoteo total de las instituciones. Querían instalar una especie de Estado paralelo. Esto me obligó a destituir al líder de los croatas, que era miembro de la presidencia. En la pasada primavera vivimos aquí la crisis existencial más grave desde el tratado de paz de Dayton. Más de 7.000 croatas abandonaron el Ejército y desertaron ante el llamamiento de sus líderes políticos. Hubo un boicoteo al pago de impuestos. Si yo no hubiese intervenido, en pocos meses la federación hubiera estado en bancarrota y se habría roto políticamente. Esas medidas drásticas fueron necesarias y resultaron un éxito. No sólo destituí al presidente, sino que tuve que intervenir el Banco Herzegovina, que era el instrumento de financiación de esas tendencias separatistas. Los que abandonaron el Parlamento regresaron sin recibir nada a cambio, porque se dieron cuenta de que el intento de una separación había sido un error.
P. ¿Y la otra entidad, la República Serbia de Bosnia?
R. Ahí los problemas son más profundos. La guerra fue una guerra de secesión de los serbios, que se paró desde fuera por la comunidad internacional, la OTAN y las negociaciones en Dayton. Naturalmente, entre los partidos nacionalistas reina un extremo rechazo y escepticismo frente al Estado común, pero hay grandes progresos hacia un grado mayor de pragmatismo. Desde la desaparición de Milosevic está claro que el promotor de esa idea de la Gran Serbia ha quedado descalificado. Poco a poco se abre paso una política moderada, pragmática. Todavía no es suficiente, pero avanza. La guerra, la destrucción de Yugoslavia, se puede atribuir a dos o tres primeros actores. Milosevic, ante todo, pero tuvo también un coprotagonista genial en Tudjman. Esto llevó al intento de la división de Bosnia.
P. ¿Se atreve usted a pronosticar cuándo estarán en La Haya Karadzic y Mladic?
R. No puedo pronosticar, pero estoy más confiado desde hace un par de meses que antes. Creo que Carla del Ponte dejó claro que aquí no hay ninguna posibilidad de poner punto final, en tanto que Karadzic y Mladic sigan fugados. Esto tiene que cambiar como sea.
P. ¿No es una vergüenza para la comunidad internacional que sigan en libertad?
R. ¡Absolutamente, absolutamente! A este respecto soy muy crítico. No hay ninguna explicación para que los dos no estén en la cárcel.
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