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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El bachillerato de ayer y de hoy

El pasado jueves 7 de febrero pudimos leer en la sección de Opinión del lector de EL PAÍS Andalucía una carta que hacía referencia a la existencia de un centro de Enseñanza Secundaria en el que se impartirá el Bachillerato en vez de los cursos de ESO.

En ella el remitente afirma, textualmente, que 'lo único que quieren los profesores de este instituto es que los niños sepan mucho, que obedezcan sus órdenes a golpe de silbato y que la disciplina y quizá algún castigo físico es lo mejor para ellos'. Además, que 'los institutos de Bachillerato eran centros monopolizados al más puro estilo franquista'.

Pues bien, como cualquier persona que crea en la democracia y acepte la decisión de una mayoría, en este caso constatada en la vigencia de una ley, pienso que todos estos centros deben regirse bajo los mismos parámetros, que actualmente vienen determinados por la LOGSE, para que la sociedad sea lo más justa posible.

Por tanto, no se debería llegar nunca a esta situación que fomenta la desigualdad. Pero ¿cómo se puede decir que hace 10 años los institutos eran búnkeres gobernados por caciques en donde no había libertad de expresión o que eran fábricas de crear 'coquitos' sin opinión propia?

En ese tiempo cursábamos el Bachillerato una generación, en mi opinión, de las más libres y que con menos complejos y prejuicios se han desarrollado. En los institutos consolidamos otra serie de valores, no excluyentes a los anteriores y adquiridos mediante el ejemplo en casa y de una sociedad, como son el respeto, la educación y la lucha por unos objetivos.

Quiero recordar que muchos a los que califican de déspotas, tiranos y franquistas hicieron posible, como parte de una sociedad, la transición pacífica de una dictadura a una democracia consolidada y, particularmente el colectivo del profesorado invirtió la dinámica docente consistente en 'la letra con sangre entra' a otra mucho más tolerante en la que las inquietudes y sensibilidades particulares eran respetadas y fomentadas dentro de un marco colectivo.

No quiero decir con todo ello que la fórmula anterior fuera la panacea, que estuviera ejecutada a la perfección o que todos los profesores fueran excelentes. Sin ir más lejos, considero fundadas, entre otras, las críticas a la excesiva extensión de los temarios o la existencia de la asignatura de religión católica en lugar de una que verse sobre la relación del hombre con la divinidad.

Los tiempos cambian, la sociedad con ellos y, por tanto, la educación debe estar adaptada a las nuevas corrientes. Es necesario un debate profundo pero en él se deben dejar aparte discursos demagógicos, populistas o aquellos revestidos de un falso progresismo, y si se realizan en foros de decisión no deben, en ningún caso, enmascarar estrategias políticas como da la impresión que ocurre.

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