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Entrevista:Ministro de Asuntos Exteriores de India

'Afganistán y Pakistán han sido fábricas de entrenamiento para el terrorismo'

Jaswant Singh sabe de antemano que hay preguntas inevitables. Como ministro de Asuntos Exteriores de India se resigna a repetir por enésima vez que su país no será el primero en usar la fuerza nuclear, que está dispuesto a firmar la paz con Pakistán y que Cachemira es un asunto interno en el que la mediación internacional resulta innecesaria. Singh, de 64 años, concluye hoy una visita oficial a España, durante la cual ha sido recibido por el Rey y se ha entrevistado con el jefe de la diplomacia, Josep Piqué.

Su viaje a Madrid ha coincidido con la presencia en Washington del general Pervez Musharraf, presidente de Pakistán, el vecino con el que India ha luchado tres guerras y ha estado recientemente a punto de afrontar una cuarta. Todos los observadores se preguntan si el apoyo dado por Musharraf a la guerra de Estados Unidos contra el terrorismo va a traducirse en algún tipo de presión a Nueva Delhi para que negocie con Islamabad.

'Musharraf no necesita ir a EE UU para llegar a nosotros: hablamos el mismo idioma'
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'Musharraf no necesita ir a Washington para eso. Podemos hablarlo entre nosotros; hablamos el mismo idioma; no necesitamos intérprete. Será mucho mejor si afrontamos [nuestros problemas] directamente', manifiesta con firmeza el ministro indio. Singh subraya que 'es un error ver la relación de India con Estados Unidos a través de un tercer país'. En ese terreno, insiste, 'no ha habido un cambio a raíz del 11 de septiembre, sino que las relaciones bilaterales han recibido un gran impulso desde 1998 y, en especial, desde la visita de [Bill] Clinton en 2000, que luego ha sido confirmado por [George W.] Bush'.

No obstante, reconoce que, a partir de esa fecha, 'se ha producido un importante cambio estratégico: el centro del terrorismo se ha trasladado hacia el este, desde Oriente Próximo hasta Afganistán y Pakistán'. 'Ambos países se han convertido en fábricas de entrenamiento para terroristas, 365 días al año, 24 horas al día', afirma Singh antes de enumerar los males que desde allí se extienden hacia el resto del mundo, como la droga o el tráfico de armas. 'Ahora tenemos que ver que el cambio se estabilice', apunta el ministro, convencido de que la guerra en Afganistán aún no ha terminado del todo ('la situación en Kandahar, Mazar-i-Sharif o Herat todavía no se ha normalizado') y que la guerra contra el terrorismo apenas acaba de comenzar.

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'Deberíamos evitar el querer convertir Afganistán en la Dinamarca de Asia Central', advierte sabedor de las elevadas expectativas que se han despertado respecto a la reconstrucción de ese país. 'La mejor ayuda es no interferir demasiado', asegura sin ocultar que, en los últimos años, India intensificó sus relaciones con la Alianza del Norte, la coalición de grupos afganos que, con la ayuda de EE UU, expulsó a los talibanes. Respecto al paradero de los dirigentes de ese régimen y de Al Qaeda, Singh dice disponer de informaciones según las cuales 'algunos están en Kandahar, pero la mayoría se han infiltrado en Pakistán'.

Y en ese país se centra la mayor preocupación de India. La reciente conversión de Islamabad al combate antiterrorista no termina de convencer al Gobierno indio. 'Espero realmente que tengan éxito en su transformación. Creo que un Pakistán socialmente tranquilo, políticamente estable y económicamente sólido es bueno para los paquistaníes y para toda la región', afirma. Sin embargo, no oculta su recelo sobre el entusiasmo que el presidente Musharraf ha despertado en Estados Unidos y en sus aliados europeos.

'Es la séptima u octava ocasión en que nos dicen que es la mejor apuesta disponible', explica escéptico este antiguo oficial del Ejército con largos años de experiencia en la función pública.

Aunque Singh subraya la consistencia de la política exterior de su país, tiende a colocarse a la defensiva, como cuando se le pregunta si India está dispuesta a hacer la paz con su vecino noroccidental. 'La pregunta hay que plantearla al revés: es Pakistán el que tiene que decidir lo que desea en su relación a largo plazo con India', declara persuadido de que la actitud de enfrentamiento ayuda a su vecino a definir su identidad como nación. 'Una decisión así no puede ser unilateral. India está en esa dirección y continuará en esa dirección a pesar de los desengaños sufridos', asegura.

Lo mismo sucede al abordar la ecuación nuclear India-Pakistán. '¿Por qué no se le plantea esta cuestión a China?', interrumpe. 'Nosotros inauguramos nuestro primer reactor nuclear en 1956, bastante antes que ningún otro país asiático, a excepción de la Unión Soviética, y siempre hemos concebido el armamento nuclear no como un instrumento de guerra, sino de disuasión'.

Al menos considera que, 'de momento', las armas atómicas paquistaníes están en manos seguras. En cuanto a la afirmación de Musharraf en Washington de que India está a punto de realizar una nueva prueba nuclear, Singh esboza una sonrisa y no se molesta en desmentirlo.

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