Kafka en Euskadi
Tal vez no debiera escribir estas líneas. Nuestro diario apenas ha concedido atención al tema, presentando, no la noticia sino su refutación, las declaraciones del profesor Montero, rector de la Universidad del País Vasco, donde afirmaba que todo se había hecho correctamente por su parte y por la Comisión de Reclamaciones de la UPV. Así que el asunto parece no tener importancia. Será, pues, el efecto de una pasión subjetiva, perfectamente condenable, lo que me lleva a opinar que la anulación de la cátedra ganada por la profesora Edurne Uriarte en la UPV constituye uno de los acontecimientos más graves, entre tantos acontecimientos graves, producidos en la UPV durante los últimos tiempos.
Para empezar, la resolución se filtra y el rector se pronuncia cuando ni siquiera está aun redactada. Bien pudiera la autoridad académica apreciar entonces defectos de forma como los supuestamente existentes en la actuación del tribunal. Kafka entra ya en escena porque gracias a la filtración el, o los, redactores de la 'sentencia' conocen los argumentos que se les van a oponer. Por otra parte, y esto es lo esencial, si hay un defecto formal porque algún informe no explique algo cuya exigencia por lo demás no está consignada en ley alguna, parece imprescindible poner las cartas sobre la mesa para saber si hay alguna razón detrás del despropósito de anular una decisión correctamente adoptada y justa, o si se trata de argucia de leguleyo. Pongamos un ejemplo sacado de otro mundo: si a un experto en fútbol le piden un informe sobre la capacidad de Cañizares para ser delantero centro del Valencia, sobra la Biblia como explicación. Lo mismo sucede si la obra, por muy pesada que sea en términos físicos de un concursante, demuestra su falta falta de peso intelectual para acceder a la plaza a que aspira.
Seguimos con Kafka. El que esto escribe fue vocal primero en el tribunal de ese concurso y no tiene en consecuencia los famosos informes, incluidos en el expediente que debiera estar celosamente custodiado en la UPV. Puedo citar sin embargo una frase del mío sobre el concursante Letamendía porque figura entrecomillada nada menos que en un artículo difamatorio de Kale gorria, la publicación heredera del tristemente célebre Ardi beltza de Pepe Rey. Eso sí que es correción formal. Afirmo allí que la obra del rechazado es 'una combinación de ideología y crónica (...), no hay relación entre teorización y descripción salvo por medio de la introducción de la ideología subyacente'. Esto puede ser discutible, pero el significado es diáfano. ¿Qué más hay que decir? Y lo ilustré en el debate con la mención de un artículo aparecido en una publicación académica, los Cuadernos de Formación de IPES, nº26, donde Letamendía hacía una vigorosa autocalificación de científico, al mismo tiempo que cargaba contra este diario, los 'intelectuales' Savateres y Juaristis, y en pleno éxtasis teórico-político confesaba que el acuerdo de Lizarra fue para él 'una gozada'. Ciencia pura.
Como fue exhibición magistral de espíritu universitario la campaña de descrédito y acusaciones en la prensa abertzale, con intervención directa del airado concursante, contra los tres miembros del tribunal que consideramos insuficiente la calidad de la obra politológica de Letamendía: colonialismo cultural, españolismo antinacionalista, votos dictados de antemano por la ideología política. Y los insultos y amenazas que recayeron sobre Edurne Uriarte y su director de Departamento. Sin vulnerar la ley, Kafka siguió presente en el Rectorado: la famosa comisión envió para informe el recurso de Letamendía a un vocal como yo, sólo cuando lo exigí al tener noticia de la campaña de prensa. Ni el rector ni el vicerrector atendieron ni devolvieron las múltiples llamadas telefónicas de quien vio injustificadamente caer sobre sí la amenaza por el simple hecho de cumplir su deber académico.
Si en estas condiciones, agarrándose a un clavo ardiendo, se anula un proceso que tuvo lugar con toda regularidad a pesar del cerco a que desde un principio nos vimos sometidos, quedará claro que en Euskadi el terror ni siquiera tiene que actuar pues con la intimidación sus fines son ya alcanzados.
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