Demasiados exámenes

Los jóvenes que el curso que viene entren en la universidad no se enfrentarán ni con la reválida ni con la prueba de acceso que pueden instaurar los centros de educación superior merced a lo dispuesto por la LOU. La agonizante selectividad será su último obstáculo para comenzar la licenciatura o diplomatura correspondiente.

Paradojas de la vida, el tan denostado examen es para ellos una minucia en comparación de lo que les espera a sus compañeros dentro de unos años, si la proyectada ley de Calidad sigue adelante. Así lo señalan los aspirantes a universitarios que acudieron el miércoles a una de las jornadas de orientación universitaria organizada por la UPV en los campus de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa.

Irache, que quiere entrar en la Escuela de Enfermería, se opone con claridad a la avalancha de pruebas que puede establecerse entre el bachillerato y la universidad. 'No lo veo justo. Aunque no me va a tocar, me da la impresión de que lo que buscan con estas medidas es poner más y más trabas para llegar a la universidad', asegura.

Las palabras de Irache tienen el refrendo de Maite, su madre, que le ha acompañado a la charla informativa sobre sus futuros estudios, a la que la reválida le trae recuerdos de su época de estudiante. 'Yo fui de las últimas promociones que tuvo que pasarla. Aunque, sinceramente, no lo recuerdo como un mal trago, sí que me parece un paso atrás. Y, desde luego, lo que no me parece bien es la posibilidad de establecer una prueba oral, porque, por el modo en que han recibido su educación, los jóvenes no están preparados'.

Entre la selectividad y la reválida, Unai, que tiene como objetivo entrar en Odontología, Farmacia o Enfermería, lo tiene claro. 'Yo sí que creo que algo debe haber, pero una cosa es la selectividad, que te examinan sobre lo que has estudiado en el último año, y otra la reválida, que abarca los cuatro últimos años', reflexiona.