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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

La energía del Estrecho

Los ecologistas rechazan el tendido de un segundo cable de conexión eléctrica con Marruecos

Pocas obras han sufrido una oposición ciudadana más feroz que el polémico cable de Tarifa. Cuando en 1995 se planteó la conexión eléctrica entre España y Marruecos un nutrido grupo de colectivos ciudadanos constituyeron una plataforma que, durante tres largos años, impidió el normal desarrollo de las obras. Los tendidos aéreos necesarios para conducir la electricidad, así como el cable submarino que enlaza los dos países, fueron cuestionados por el impacto que podrían causar en el paisaje, en la salud, en las migraciones de las aves y en la fauna marina.

Aunque la conexión pudo entrar en funcionamiento en 1998, el eco de aquellas protestas aún no se ha apagado. Dos miembros del grupo ecologista Agaden serán juzgados en junio como supuestos responsables de los graves disturbios que se produjeron en 1997. Ambos activistas se enfrentan a una pena, solicitada por la fiscalía de la Audiencia Provincial de Cádiz, de dos años de prisión y multa de tres millones de pesetas. El anuncio de la vista oral coincide con el inicio de un proyecto similar al que originó las protestas. Los Gobiernos español y marroquí iniciaron en diciembre los estudios preliminares para tender un nuevo cable submarino que permita incrementar el intercambio de energía eléctrica entre ambos países.

Para cumplir con los trámites que exige la necesaria evaluación de impacto ambiental, el Ministerio de Medio Ambiente ha remitido el proyecto a diferentes instituciones y colectivos, solicitando que formulen las sugerencias que crean oportunas. Agaden ya ha contestado a este requerimiento, razonando su oposición a las nuevas obras.

A diferencia de lo que ocurría en 1995, la fachada litoral de Tarifa se encuentra ahora incluida en un procedimiento legal que la convertirá, a corto plazo, en espacio protegido. En febrero de 1999 el Consejo de Gobierno de la Junta aprobó el inicio de los trabajos del futuro Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del frente litoral Algeciras-Tarifa, documento que permitirá la declaración de este espacio como parque natural. 'Iniciado el procedimiento de aprobación del plan y hasta que éste se produzca', indica el acuerdo del Ejecutivo andaluz, 'no podrá otorgarse ninguna autorización, licencia o concesión que habilite para la realización de actos de transformación de la realidad física y biológica'.

Esta medida cautelar es el primer argumento que esgrimen los ecologistas, ya que en el proyecto remitido por el Gobierno central se ignoran las posibles repercusiones que las obras tendrían en la zona y tampoco se plantea una alternativa que permitiera evitar la instalación de nuevas infraestructuras en un tramo costero, de gran valor, que ya soporta el circuito eléctrico inaugurado en 1998. En principio, el segundo cable partiría de la playa de los Lances, discurriría a lo largo de unos 27 kilómetros del lecho marino y terminaría aflorando a la altura de Punta Ferdioua, en Marruecos.

El trazado submarino podría ocasionar, a juicio de los ecologistas, importantes daños, ya que, además de las obras de draga, y para inmovilizar el cable, es necesario arrojar grandes cantidades de piedra de alta densidad, material que terminaría destruyendo el sustrato natural y la fauna y flora asociada al mismo. Entre otras especies amenazadas se han localizado en la zona bancos de coral naranja y praderas de fanerógamas marinas, que otorgan refugio y alimentación a un buen número de especies de interés comercial.

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Precisamente es el impacto en las actividades pesqueras uno de los apartados que más inquieta a los ecologistas, ya que, a la vista de los datos que han recopilado durante estos años, las capturas han disminuido notablemente en los caladeros que se sitúan en las inmediaciones del primer tendido eléctrico.

Las repercusiones de los campos electromagnéticos que genera un tendido eléctrico de estas características, con una tensión de 400.000 voltios, también se citan en las alegaciones de Agaden. Los ecologistas defienden el principio de 'evitación prudente', por el que, mientras no se tengan evidencias científicas concluyentes sobre la inocuidad de esta contaminación invisible, deben reducirse al máximo este tipo de emisiones, alejándolas, además, de cualquier zona habitada.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

El rumbo de los atunes

Desde hace tiempo, los biólogos marinos investigan el motivo por el que algunas especies, sobre todo delfines y otros grandes mamíferos, aparecen varadas en las playas, como si hubieran perdido el rumbo. Algunos especialistas sostienen que este anómalo comportamiento se debe al impacto que algunas actividades humanas están causando en el medio marino. Las radiaciones electromagnéticas que emiten los cables de suministro eléctrico, sostienen los ecologistas, podrían estar implicadas en fenómenos de desorientación, aunque, como todo lo relacionado con este tipo de contaminación, no hay pruebas científicas concluyentes. Ya en 1995 los responsables de la almadraba de Tarifa encargaron un informe al Gabinete de Estudios Medioambientales (GEM) sobre las repercusiones que en su actividad pesquera podría tener el cable de conexión eléctrica. Esta consultora consideró que se producirían 'efectos perjudiciales, tanto temporales como permanentes'. El ruido se citó entonces como una de las principales amenazas para la migración de los atunes. El tendido puede producir vibraciones superiores a los 40 decibelios, 'mientras que la propagación del sonido bajo el agua', señala el estudio del GEM, 'es tres veces superior a la del aire'. Ante este tipo de vibraciones, algunos peces presentan comportamientos de repulsión, alejándose de las infraestructuras que las producen. El Ministerio de Medio Ambiente, con todo, considera 'nula' la incidencia de la interconexión eléctrica en las actividades pesqueras. Asimismo, especialistas del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Sevilla certificaron, cuando el primer cable entró en servicio, que los campos eléctricos y magnéticos generados en el tendido aéreo de la conexión estaban muy por debajo de lo que fijan las normativas y recomendaciones nacionales e internacionales.

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