Londres quiere que las ayudas agrarias apoyen cultivos biológicos
Blair respalda un informe que cuestiona la agricultura intensiva
El Reino Unido está dispuesto a dar un paso trascendente: acabar con el modelo de agricultura intensiva y productivista que ha llevado al campo británico a dos tragedias consecutivas, las vacas locas y la fiebre aftosa. Una comisión independiente ha recomendado cambiar el sistema agrícola de ayudas (PAC) para que en lugar de subvencionar la producción se desarrollen la agricultura y la ganadería biológicas.
El informe recibió un cálido apoyo del primer ministro Tony Blair, algo que tendrá consecuencias enormes en el seno de la Unión Europea. Con su apoyo a esta filosofía, Londres se acerca a las tesis que defiende Berlín desde hace un año para reformar la Política Agraria Común (PAC) y que son vistas con enorme aprensión por Francia, el país que se ha convertido en el primer receptor de las ayudas agrarias comunitarias.
El propuesto por la comisión de expertos en el Reino Unido no es un cambio pequeño en un país que tiene una fe ciega en el libre mercado y que siempre ha defendido la eliminación o la drástica reducción de las subvenciones agrícolas europeas.
Las nuevas tesis implicarán, seguramente, un cambio radical en la visión que los británicos tienen de la Política Agraria Común en sí misma, porque transformar en biológica y ecológica una de las agriculturas y ganaderías más intensivas de Europa va a requerir muchas ayudas. Hoy en día, el Reino Unido apenas produce la tercera parte de los productos biológicos que consume, que son de hecho una ínfima parte del total que mueve el mercado cada año.
Recomendaciones
En síntesis, los expertos británicos recomiendan que las ayudas agrícolas no se destinen a la producción, sino al desarrollo rural; un incremento sustancial de las granjas biológicas; que los permisos para tener explotaciones agrarias y el derecho a ayudas estén condicionados al respeto del medio ambiente; promover el establecimiento de cooperativas agrícolas y el uso de mercados agrarios; y urgir a las grandes cadenas de supermercados a comprar más productos locales.
Aunque admiten que la puesta en marcha de estas medidas exige un horizonte de al menos 10 años, el informe de los expertos recomienda que antes del año 2004 se utilice al máximo la posibilidad de que cada país pueda modular el 20% de las ayudas que recibe y destinarlas a subvencionar la producción extensiva, más natural.
Pese a la cálida bienvenida que el Gobierno laborista británico y las organizaciones ecologistas han dado a esta propuesta, su puesta en práctica va a provocar conflictos con los productores.
Ben Gill, en nombre del Sindicato Nacional de Agricultores, ya adelantó en declaraciones a la BBC lo poco que le gustan todas estas ideas. Algunos expertos temen que provoque una subida del precio de los alimentos en un país en el que la comida ya es excepcionalmente cara. A favor de las propuestas del informe juega la alarma creada entre los consumidores por las crisis alimentarias desatadas con las vacas locas y la epidemia de aftosa.
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