Claridad en aguas turbias

Como muchos otros autores angloindios contemporáneos, Anita Rau Badami nació y se educó en la India pero vive en Occidente. Esta condición de transterrados, y no sólo de un país sino sobre todo de los valores que éste representa, impregna las novelas de todos ellos. Unos, como Rohinton Mistry o Manil Suri, escriben como quien lanza un ancla: para no moverse imaginariamente aunque la vida les haya transportado muy lejos del lugar de sus cuentos, sus olores y sus amigos; otros, como Vikram Seth, Ruth P. Jhabvala o Chitra B. Divakaruni, escriben como embajadores que intentaran explicar las diferencias entre mundos contrapuestos y como enfermeros que trataran las heridas abiertas por ese enfrentamiento. Anita Rau Badami participa de la nostalgia del futuro de los últimos, pero, quizá consciente de que las heridas no sólo no se restañan con explicaciones, narra con la nostalgia del pasado de los primeros.

Hay algo, sin embargo, en lo que coinciden todos ellos: la creencia de que la India debe adaptarse a la modernidad de Occidente sin renunciar a sus referentes ancestrales. Esta necesidad de integrar sus principios eternos y sus gestas mitológicas en un nuevo contexto social es lo que atraviesa las obras de estos escritores. La modernidad es otro invasor más, como los mongoles o los británicos, el budismo o el islamismo, que la India acabará seduciendo con la ductibilidad de sus símbolos, sus dioses y sus filosofías. Que eso no sucederá sin convulsiones es lo que cuentan muchas de las novelas y películas indias de las últimas décadas, y lo que se ve en las calles y en las personas de ese país, en las cuales se cruzan la Edad Media y el siglo próximo sin extrañarse.

En El paseo del héroe eso se explicita desde el mismo título: el héroe contemporáneo ya no es un gigante venido desde el más allá para realizar gestas ejemplares, sino el que deambula por el mundo atreviéndose a vivir sin esconderse de sí mismo (ni del Sí-Mismo). Rama, Kali, Vishnu o Krishna tienen que aprender a encarnarse en un mundo más ancho y más escéptico que sólo les garantizará un espacio para sus hazañas si rebajan el tono de sus manifestaciones y, en última instancia, su tamaño. Ya no serán dioses disfrazados, sino algo más difícil: hombres y mujeres que buscan su plenitud (una claridad que se pesca en aguas turbias) en medio de cambios que lo dejan todo igual. La conciencia de que ya no son sólo espectadores de un drama, de que todo ser vivo es protagonista de hechos trascendentes por insignificantes que puedan parecer, es lo que hace que sintamos a los personajes de estas novelas como muy humanos al tiempo que como arquetípicos: están tan próximamente lejanos como la idea de la luz, que ilumina los tratados de metafísica pero no las avenidas, y tan lejanamente próximos como la luz de una farola, que nos sirve para no tropezar cuando andamos de noche pero no para interrogarnos acerca de nuestra mente.

Anita Rau Badami narra con sensibilidad y sencillez la vida en la Casa Grande de los Rao, cada uno de cuyos miembros se enfrenta con armas propias -el activismo político, el aferramiento a las convenciones, el malhumor, el exilio o la sumisión- a las contradicciones de la India actual. Ese edificio, que es, como la misma institución de la familia, un dique, impide que sus miembros se desparramen. Héroes que pasean, entre todos completan una hermosa y útil caja de herramientas para mantenernos encendidos en un mundo que conspira, con piedras en las manos, contra las luces.