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Columna
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La vuelta a la realidad

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

El decorado del congreso del PP nos transportaba a un mundo de ciencia-ficción. Un acierto, sin duda, porque el objetivo de un congreso es el de animar al personal, y cuanto más se aleje de la realidad, mejor. Pero en algún momento habrá que volver a ella, y la agenda de problemas económicos que el Gobierno dejó fuera del congreso y con la que se enfrentan los españoles que no viven en la ficción no es nada simpática. Ha sido el ministro de Economía el que, al día siguiente del Congreso, ha empezado a aguar la fiesta avisando a los consumidores españoles de que la subida de impuestos, que aprobó a finales de año, disparará el IPC de enero por encima del 3%. Y éste es sólo uno de los problemas que muestra la realidad.

Cuando el PP llegó al Gobierno hace seis años, el paro registrado estaba reduciéndose a un ritmo de 200.000 personas al año. Frente a esta herencia recibida, la herencia que deja Aznar a su sucesor en cuanto a evolución del paro no es nada alentadora. Los resultados en paro registrado de los dos últimos años han sido francamente malos: en el año 2000 el paro registrado bajó sólo en 50.000 personas y el año pasado las cifras no sólo no se redujeron, sino que aumentaron, lo que no veían los españoles desde hace ocho años.

Los datos de aumento del paro son coherentes con la recesión que está sufriendo la industria española. Los últimos datos de la producción industrial -una caída del 4,7%- nos colocan en el grupo de los peores países europeos. La demanda de consumo ha seguido aumentando, pero hay que recordar que si la producción no aumenta, el crecimiento basado exclusivamente en la demanda interna no es sostenible. Los datos del sector del automóvil en 2001 reflejan bastante bien la fragilidad de la situación: las ventas de automóviles en España aumentaron un 4%, mientras que la producción caía un 4%.

El Gobierno sigue sin hacer pública la ejecución mensual del presupuesto del Inem, pero no puede ocultar que el incremento del paro ha llevado, lógicamente, a aumentar los gastos de desempleo en unos 130.000 millones de pesetas sobre lo pagado el año 2000. Esos 130.000 millones no podrán dedicarse a inversión pública. Y la inversión privada va peor. De todos los datos económicos, el más preocupante es el del descenso pronunciado y sistemático que se está produciendo en la inversión en equipo, porque es la clave de los puestos de trabajo del futuro. El indicador sintético de inversión en equipo ha mostrado tasas negativas en los tres últimos trimestres, lo que es coherente con la caída en la creación de empresas o con la disminución en la apertura de nuevos centros de trabajo que reflejan otras estadísticas.

Por supuesto que en el Congreso no se dijo que el Gobierno del PP había llevado la deuda de TVE a la mayor cifra de su historia, ni se habló del aumento de la presión fiscal durante los años de Gobierno del PP. Tampoco se comentó que el Gobierno Popular creó en 2001 más empresas públicas que las que privatizó, con lo cual el número de empresas públicas aumentó en España, lo que no sucedía desde hace 20 años. Aznar olvidó pronunciar esa frase de 'somos el primer inversor en Argentina', que, hasta ahora, era una pieza inexcusable de todos sus discursos, y es que la dudosa política de proteger los monopolios españoles para que inviertan fuera de España empieza a mostrar algunas grietas.

La ficción proclamó que Aznar se va 'en su mejor momento'. La realidad, tozuda, dice todo lo contrario. Aznar ha anunciado su retirada en el momento económico con más problemas de los últimos ocho años: más paro, menos inversión, el fracaso de concentrar la inversión española en Argentina, el desplome de la producción industrial y muchos más problemas, como las restricciones eléctricas, que el Gobierno considera menores, pero que están dañando a nuestras empresas seriamente. Seguramente, él no se va por ello, pero la realidad económica puede haber ayudado a tomar la decisión de pasar a otro los trastos en este momento. mfo@inicia.es.

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