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Columna
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Ciudad

Acertadamente, y con motivo del congreso nacional del PP, algún comentarista ha aludido a la capacidad de ese partido para absorber todo contenido ideológico o programático capaz de convertirse en retórica propagandística: patriotismo constitucional, Azaña, el euro, Luis Cernuda, sociedad de la información... todo vale con tal de dar sentido a una opción no ya de gobierno sino de poder puro y duro. El problema no estaría, desde mi punto de vista, en la capacidad del partido de la derecha española por hacerse dueño de todo eso sino en la insolvencia de la oposición para construir un verdadero discurso social, ideológico y político. Imagino que no deberá tardar mucho en que cuaje porque si no, tenemos derecha para rato.

El problema comienza a ser mayúsculo cuando la ausencia de discurso estratégico llega hasta al propio gobierno que administra una ciudad. En Sevilla se está produciendo un peculiar ejemplo de gobernar sin ideas. Nos dicen que los proyectos de una urbe se moldean en sus Planes de Ordenación. Pues bien, el Plan actualmente en fase de proyecto lo está llevando adelante el Partido Andalucista sin que, por el momento, sepamos qué piensa acerca del mismo el PSOE, partido al que pertenece el alcalde de la ciudad. Tomemos como ejemplo el asunto Puerto Triana. Decía la propuesta inicial de las cabezas planificadoras que el proyecto, un colosal engendro de ocio y diversión, debía reducirse en sus dimensiones y colocarse más retrasado respecto de las márgenes del Guadalquivir. Pero el PP propone, y acepta el cogobernante PA, que ese proyecto debe ir justo tocando las aguas del histórico río, y que de reducir sus dimensiones nada de nada. IU se opone y el PSOE no dice esta boca es mía. Así, de esta manera tan peculiar en esta perdida ciudad, un alcalde de un partido hegemónico en la región es incapaz de marcar un horizonte urbanístico que al menos responda a la retórica oficial de su formación sobre el futuro de nuestras ciudades.

El pasado martes la directora general de Urbanismo de la Junta titulaba su impecable artículo publicado en este diario con la proustiana frase 'En busca de la ciudad perdida'. En verdad a esta ciudad le va más lo de 'Sedotta e abbandonata'.

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