Fitur

Es la cita anual del turismo. Y también para una mayoría de políticos que tienen la ocasión, por lo visto única, de pasear su palmito por la moqueta de Fitur. Sigue siendo la feria de las vanidades. Pero hay que estar. Quien no va a Fitur parece que no existe. Dicho lo cual, vamos con las novedades. Lo que parecía imposible se ha alcanzado. Toda Andalucía unida. Sólo hay una, como dice el slogan, aunque haya municipios que se han descolgado. Cinco en Málaga -Torremolinos, Estepona, Marbella, Ronda y Antequera- que reclaman un pedigrí especial. Desde su óptica defienden ir solos. Sus razones tendrán. El alcalde de Torremolinos, Pedro Fernández Montes, se apoya en la historia, en el número de visitantes y en el de camas hoteleras. De lo que nadie está seguro es de la rentabilidad de una inversión fuera del cobijo del pabellón andaluz. Veremos.

Lo cierto es que el órdago del consejero de Turismo, José Hurtado, y su equipo es muy fuerte. Y no parece obedecer a una manía personal, sino avalada por estudios sensatos y experiencias recogidas en otras ferias turísticas. El pabellón andaluz se ha tematizado en ocho segmentos y el esfuerzo para promocionar el turismo andaluz se puede compensar como si fueran vasos comunicantes. Puede, además, que los políticos que aprovechan esta feria para darse un garbeo cedan el paso a los profesionales. De la Costa del Sol, por ejemplo, asistirán más de setecientos. Este es el mejor escaparate. Y aunque no es la mejor feria para cerrar negocios, sí se pueden diseñar estrategias a medio y corto plazo.

Rencillas aparte de si tengo más o menos metros de mostrador, lo importante es que la promoción de Andalucía, que incluye también la peculiaridad de cada zona, sea lo más fuerte posible, y disponga de medios técnicos, económicos y humanos suficientes.

De momento se trabaja el mercado norteamericano, imprescindible para el turismo andaluz. No es fácil porque las secuelas del atentado siguen estando presentes, pero por la promoción iniciada y la apuesta de futuro por este mercado de alto poder de compra, bien merece que se entierre el hacha de guerra.