_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Charlatán

Si hay algún pez que morirá -metafóricamente hablando- por la boca ése podrá ser el diputado Romero, candidato de IU a la Junta de Andalucía en las últimas elecciones autonómicas. Su incontinencia verbal, su decisión para lanzarse sin paracaídas en cualquier ocasión y su afán de transmitir cualquier hecho susceptible de transformarse en noticia suya son famosos universalmente. Recientemente nos comunicaba que IU de Málaga, la circunscripción por donde se presenta el eterno diputado, ha presentado 200 iniciativas parlamentarias relativas a aquella provincia: casi tres por día: El estajanovismo y productividad de este diputado, y me imagino que de sus colaboradores, merecen una ponencia especial en la Segunda Modernización Andaluza, sector charlatanes sin fronteras. Que Chaves lo tenga en cuenta por si en un futuro decide cambiar de novia ante las próximas elecciones.

El diputado Romero ha metido, sin embargo, la pata de forma considerable en sus últimas declaraciones de la pasada semana. Al afirmar que la Consejería de Educación debe contratar como interinas a las dos profesoras de Religión, una de Almería y la otra de Málaga, cuyos contratos no han sido renovados por el obispado, el diputado izquierdista está proponiendo literalmente un despropósito. ¿Por qué tiene la Consejería que gestiona el servicio público de educación, que contratar a dos ciudadanas que hasta ahora desempeñaban sus funciones de profesoras de religión por un acuerdo privado entre ellas y el obispado de sus provincias? ¿Por qué el servicio público debe pagar los trastos rotos de una demencial relación constitucional entre el Estado y la Iglesia? Vaya por delante, y así lo he escrito en este medio, que los obispados de Almería y Málaga actuaron de forma miserable no renovando el contrato a aquellas profesoras y éstas cuentan con toda mi solidaridad como docentes y como trabajadoras injustamente despedidas. Pero una fuerza de izquierda, como dice que es la del diputado Romero, no puede estar haciendo de fregona y escoba de los desaguisados de la Iglesia, de los errores de los jueces y de un modelo de relación Estado-Iglesia completamente caciquil y tridentino.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_