Una noche en la ópera
La élite europea y doméstica se reúne en el Auditorio Nacional. Celebran la Presidencia de la UE. La mayoría de las bocas de metro próximas están cerradas. En los andenes aguarda un número inusitado de guardias de seguridad.
A la salida, grupos de entre cinco y diez policías nacionales piden DNI y registran bolsos. Ocupan las dos aceras de Príncipe de Vergara, a lo largo y a lo ancho. Empujan a algunos jóvenes y adultos, que han acudido para gritar 'Otra Europa es posible' y 'Globalicemos la solidaridad y las resistencias'. Los acorralan en las esquinas de las calles. Allí les siguen policías de secreto con micrófonos en las bufandas y transmisores en las mochilas. En las calles adyacentes les esperan más furgonetas policiales.
Se aproxima una pareja de hombres y me preguntan: '¿Qué pasa?'. 'Pues que están celebrando la Presidencia de la UE y...'. Quería sólo añadir lo que antes le contaba, pero que ellos no veían. Y tampoco querían escuchar.
El mayor de ellos me interrumpió: 'Menos mal que no es nada. Con lo que está pasando, uno ya no sabe'. Y entonces supe que Osama Bin Laden había ganado otra vez y que los ciudadanos de una democracia sin libre tránsito somos más vulnerables que ayer.
