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Un menor pide al juez que su condena por robo sea aprender a leer y escribir

El tribunal le impone un año de libertad vigilada con un tutor

Un joven de 17 años de la localidad granadina de Iznalloz ha pedido al juzgado de menores de Granada que le imponga la pena de aprender a leer y escribir durante el año de libertad vigilada al que se tiene que someter por el robo de un bolso. El juez de menores Emilio Calatayud ha accedido a esta petición del adolescente, que no tenía antecedentes penales y que obtuvo 1.000 pesetas de la sustracción.

El menor, que vive en Iznalloz con su novia, en la casa materna y junto a otros cuatro hermanos, ha trabajado como jornalero de la agricultura casi desde que dejó el colegio a los siete años. El tribunal de menores ha considerado las circunstancias de precariedad económica en las que vive y su falta de antecedentes delictivos para imponer a este joven la pena de un año de libertad vigilada. Como contenido de ese castigo se ha aceptado la petición del propio menor de obligarlo a aprender a leer, esribir y algo de arimética. 'Ahora mismo no sabe ni cuanto gana en euros por una jornada de trabajo en el campo', declaró el juez Calatayud, quien aseguró que al finalizar el período de condena se le realizará una 'pequeña prueba' para comprobar si ha aprendido las materias.

El joven robó un bolso en su mismo pueblo en compañía de otra persona. Ambos obtuvieron 2.000 pesetas, que fueron repartidas a partes iguales, pero fueron capturados por la Guardia Civil. Durante el juicio celebrado la semana pasada, el abogado del menor pidió al tribunal la pena educativa por expreso deseo de su representado. La Fiscalía de Menores, que había reclamado la condena de un año de libertad vigilada, aceptó la propuesta y el tribunal ratificó la petición.

Este adolescente interesado en aprender a leer pidió esta condena porque había oído hablar de penas similares impuestas por el juez de menores. Calatayud ya tiene experiencia en castigar a jóvenes con la obligación de realizar tareas educativas o de ayuda a la comunidad. Es, a su juicio, el mejor método de conseguir la reinserción social de los delincuentes incipientes. El juez explicó que en este caso el joven 'tuvo un mal día y malas relaciones', lo que le llevó a cometer el delito por el que ha sido juzgado.

A partir de ahora y durante un año, esta persona tendrá que someterse a la supervisión del equipo de régimen abierto, que, además de vigilar sus movimientos, 'controlará sus amistades y le ayudará en el caso de que tenga problemas familiares o de otro tipo'. Además se designará a un tutor para que le imparta clases al menor, con el fin de que aprenda a escribir algo más que su nombre, que es lo único que sabe poner sobre el papel.

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