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Columna
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Fin de la comodidad

Si la 'batalla de las cajas' no ha tenido repercusión alguna en la posición electoral del PSOE y del PP, es difícil imaginar qué otro acontecimiento en el futuro pueda tenerla.

Si algo llama la atención de esta legislatura, es la sorprendente estabilidad de los dos grandes partidos regionales. A pesar de que ha habido un enfrentamiento brutal entre ambos en general y a pesar de la intensidad de la 'batalla de las cajas' en particular, no parece, a tenor de lo que indican todos los estudios de opinión, que se haya producido algún tipo de erosión en el apoyo a ambos partidos. Da la impresión de que, en este momento, el suelo y el techo electoral de ambos partidos coinciden y de que no hay nada que permita detectar una tendencia hacia arriba o hacia abajo de cualquiera de ellos.

Esta situación de inamovilidad en el apoyo electoral de los dos grandes partidos es bastante probable que se mantenga en lo que queda de legislatura. Si la 'batalla de las cajas' no ha tenido repercusión alguna en la posición electoral del PSOE y del PP, es difícil imaginar qué otro acontecimiento en el inmediato futuro pueda tenerla. No es probable que el PSOE vuelva a cometer un error similar al que cometió en el momento de la inicial aplicación de la Ley de Cajas y que ofrezca al PP la posibilidad de volver a intentar meterlo en un callejón sin salida en los dos próximos años. Y en ausencia de un error de esa naturaleza por parte del PSOE, no se advierte en la política que está poniendo en práctica la dirección del PP en Andalucía nada que pueda alterar la relación electoral entre ambos partidos.

Más de lo mismo es, en consecuencia, lo que cabe esperar de los dos grandes partidos hasta las próximas elecciones. Las direcciones de ambos partidos parecen sólidamente instaladas y están muy comprometidas con un discurso político que ya no tienen tiempo para cambiar con credibilidad en el tiempo que queda hasta la próxima consulta. No creo que nadie pueda esperar grandes sorpresas de un enfrentamiento entre Manuel Chaves y Teófila Martínez y no parece probable que ni el PP ni el PSOE vayan a cambiar de cartel electoral.

Contrasta con esta situación de estabilidad de los dos grandes partidos, la situación en la que se encuentran los dos partidos menores del sistema político andaluz. Tanto el PA como IU se encuentran en una encrucijada, en la que van a tener que tomar decisiones que van a tener una gran transcendencia en su posición política y electoral.

El PA se enfrenta al problema más importante con que puede enfrentarse un partido: una escisión. El andalucismo, si las elecciones municipales de próximo año no lo remedian, acudirá dividido a las próximas elecciones autonómicas. Y dividido de verdad. El PA dispone de las siglas con las que el andalucismo ha concurrido a todas las elecciones autonómicas, tiene un representante en el Congreso de los Diputados y consejeros en el Gobierno de la Junta de Andalucía. Es, por lo tanto, el principal depositario de la tradición andalucista. Pero el PSA no carece tampoco de credenciales para presentarse al electorado en nombre del andalucismo histórico. Sus siglas son las siglas históricas con que el andalucismo inició su andadura política. Y la presidencia de Pedro Pacheco, alcalde de Jerez de la Frontera desde 1979 y candidato a la presidencia de la Junta en las dos últimas elecciones autonómicas por parte del PA, hace visible la legitimidad andalucista del PSA sin ningún género de dudas.

A un problema parecido puede acabar enfrentándose también IU. Las tensiones entre la dirección y los denominados 'críticos', que vienen arrastrándose desde hace mucho tiempo, no es probable que acaben en una escisión formal y en la constitución de un nuevo partido que concurra como tal en las futuras elecciones. Pero el resultado de dichas tensiones puede ser desde una perspectiva electoral muy parecido. Un partido internamente dividido, en el que los dirigentes transmiten mensajes distintos e incluso contradictorios, es un mal competidor electoral. IU lo sabe muy bien, ya que nació precisamente para superar la situación en la que el PCE se había situado precisamente por sus divisiones internas.

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Por lo que parece, esa situación de división interna no sólo no está en vías de corregirse, sino que puede acentuarse. La reacción que se ha producido al anuncio por parte del coordinador general de IU de dar por enterrada la estrategia de 'la pinza', con la convocatoria en Córdoba de una reunión de los 'críticos' parece indicar que se va en esa dirección. En el caso de que IU se ensarce en una discusión de galgos y podencos en torno a'la pinza', las consecuencias electorales pueden ser tan graves para ella como la de la escisión para los andalucistas.

No es de descartar, en consecuencia, que, en el caso de que el andalucismo en la próxima legislatura no se encuentre en condiciones de volver a repetir la contribución a la gobernabilidad de Andalucía de las dos últimas, tampoco pueda hacerlo IU. Tal como están comportándose tanto el andalucismo como IU no dan la impresión de que puedan ser socios fiables en la próxima legislatura.

Por aquí es por donde parece que puede venir la novedad en el inmediato futuro. La comodidad en la que se ha encontrado el PSOE en estas dos últimas legislaturas, en las que ha podido contar con un aliado incondicional y una IU neutralizada, puede dejar paso a una situación notablemente más difícil de gestionar. Tal como está el patio en estos momentos, da la impresión de que vamos a una situación en la que nadie va a poder contar con nadie. Gobernar en esas condiciones no va a ser fácil.

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