Barcelona, la ciudad de moda en Europa
La capital catalana se convierte en una gran estrella del turismo de fin de semana
Olvídense de la Sagrada Familia. Olvídense de las Ramblas. Olvídense del Museo Picasso. Olvídense de la catedral. Olvídense, incluso, del Camp Nou. Éstas no pueden ser las razones por las que Barcelona se ha vuelto un destino tan extraordinariamente popular para los turistas extranjeros; el motivo de que, por ejemplo (y hay muchos ejemplos), la edición británica de la revista Condé Nast Traveller acabe de designar Barcelona como su ciudad preferida en el mundo, muy por delante de París, Venecia y Roma.
Porque, no nos engañemos, si de lo que hablamos es de gran arte o gran arquitectura, Barcelona entra en la primera división europea, pero nunca la va a ganar. La primera vez que uno ve París, se queda estupefacto. La primera vez que uno ve Barcelona, dice 'qué bonito', 'qué agradable' o -al ver un edificio de Gaudí- 'qué maravilloso y qué extraño'. Pero no se queda estupefacto. No se queda boquiabierto ni piensa: '¡Dios mío, éste es el sitio más bello y asombroso que he visto en mi vida!'.
Barcelona es un lugar que ha encontrado el equilibrio ideal -o que más se aproxima al ideal- entre la necesidad de trabajar y ganar dinero y el reconocimiento de que la vida es corta y hay que disfrutarla
'En Barcelona, el pasado, el presente y el futuro se combinan. Cuando se camina por la calle, se puede ver en la arquitectura, en el diseño antiguo y moderno, cientos de años de evolución que suelen mezclarse con gran minuciosidad y refinamiento'
Entonces, ¿cuál es el secreto? ¿Por qué no cesa la invasión de los turistas? Yo lo tengo bastante claro. He vivido en otras ocho ciudades y he visitado alrededor de 80, pero Barcelona, a la que me trasladé desde Washington en 1998, es el único lugar que conozco donde quisiera pasar el resto de mi vida. Pero mi opinión es tan exageradamente parcial -como un culé hablando del Barça- que, por el bien de la investigación científica, lo que he hecho es buscar barcelonadictos que no viven en Barcelona (una especie nada fuera de lo común, descubrí) y hacerles la pregunta a ellos.
Sus respuestas incluyeron, por supuesto, factores como el buen tiempo; las tarifas aéreas, que cada vez son más baratas; el tamaño justo que permite recorrer gran parte de la ciudad andando; la calidad de la comida, el mar, y el hecho (al parecer, fundamental para italianos y londinenses) de que, desde aquella fabulosa operación publicitaria también conocida como los Juegos Olímpicos de 1992, Barcelona ha logrado mantener su reputación internacional de ciudad elegante y moderna.
Pero fue cuando les planteé la pregunta '¿qué es lo que hace a Barcelona distinta de otros lugares que también tienen el mar, el sol y los calamares?' cuando empezó a desenmarañarse el misterio del discreto encanto que ejerce la capital catalana sobre buena parte de la humanidad.
Lauren, una surafricana que vive en Londres y ha viajado por todo el mundo, no habla español ni catalán, pero dice que Barcelona, que ha visitado media docena de veces en los 10 últimos años, 'es la única ciudad que conozco en la que nunca me da ni pizca de vergüenza parar a la gente en la calle para preguntarles alguna dirección'.
Un gran ambiente
Curiosa observación, pero, según Lauren, altamente reveladora. 'Lo que quiero decir es que a una no la hacen sentirse distinta, como en todas las demás ciudades europeas que conozco. Una no se siente extranjera. Te dejan en paz. A la gente no le importa si soy inglesa o de cualquier otro sitio. Al contrario que en otros lugares, nunca me ha preguntado nadie de dónde soy. Más que nada, lo que hay es un gran ambiente. Siento instintivamente que sus habitantes tienen buenos valores; que son generosos, amables y respetuosos. Reciben bien a todo el mundo. Y así me parece que puedo integrarme, que nadie me presta una atención especial, y eso hace que sea muy fácil y cómodo ir de turista'.
Con la excepción de los que viven en Inglaterra, parece que los turistas que están más locos por Barcelona son los italianos. Por eso agregué a mi lista de entrevistados a mi amigo Daniel, el experto mundial en lo que opinan los italianos de la capital catalana. Daniel, argentino de sangre italiana, vive en Barcelona hace tiempo y tiene una afluencia constante de peregrinos que vienen a visitarle de Italia. Resulta, según Daniel, que para ellos el factor comodidad también es elemental. 'Una razón importante por la que les gusta Barcelona a los italianos, aparte, claro está, de que la ciudad y el estilo de vida les recuerdan en muchos aspectos a los suyos', explica Daniel, 'es que no se sienten tan presionados como en sus propias ciudades'. Lo cual se debe, en parte, a la densidad de la población (España tiene casi dos veces y media más espacio por persona que Italia), pero también esta relacionado con esa actitud de 'vive y deja vivir' a la que aludía Lauren. 'En Italia', dice Daniel, 'la gente está siempre juzgando a los demás, su aspecto, su forma de vestir, su forma de actuar. En Barcelona, sus habitantes son poco dados a las demostraciones, discretos -todo lo contrario de ostentosos-, y respetan esas mismas cualidades en los demás. Todo el mundo es aceptado por la sociedad, sin excluir los visitantes de fuera. Barcelona para los italianos cumple el objetivo esencial de unas vacaciones: aquí pueden, realmente, descansar'.
Keith, un londinense, también insiste en el factor relax. 'En Barcelona no hay ningún reto al que hacer frente, como en Nueva York, donde, incluso de turista, se tiene la sensación de que hay que estar constantemente deprisa, de que uno llega tarde a una cita. En Barcelona, el ritmo de la vida diaria está adaptado perfectamente para las personas. Es una ciudad construida en torno al reloj biológico, y no al contrario. Y uno tampoco se siente tan presionado como en París -una ciudad presumida y arrogante que te dice: 'Mira, ¿a que soy fantástica? ¡Qué suerte tienes de que te deje estar aquí!'-. Barcelona da la impresión de estar más a gusto consigo misma y con el mundo. No presume. Tiene una actitud de 'la tomas o la dejas'. De que le da igual cómo respondas a lo que te ofrece'.
Relajante
Puede que Barcelona sea relajante, pero no, según mis entrevistados, soporífica. Stephen, que también es de Londres, dice que Barcelona tiene más vida que París, 'un lugar que parece encerrado en el pasado, como un museo'. 'Barcelona es la prueba de lo que una ciudad puede y debe ser, sobre todo para los londinenses, cuya ciudad da la impresión constante de estar a punto de implosionar. En Barcelona hay una sensación de regeneración permanente. No hay más que ver la zona de la Villa Olímpica. No existe nada parecido en Londres, donde lo mejor que sabemos hacer es inventarnos un nuevo distrito financiero. En Barcelona, uno siente que es una ciudad que busca beneficiar a las personas'.
Keith está de acuerdo. 'En la mayoría de las demás ciudades europeas', dice, 'los centros históricos están en manos de la élite acomodada; es donde viven los superricos. O si no, se han transformado en parques temáticos totalmente asépticos. En Barcelona, el barrio gótico, por ejemplo, sigue teniendo un carácter de clase obrera, y eso, para mí, contribuye enormemente a su encanto. Hay una realidad descarnada que me parece muy atractiva. Es un barrio en el que la gente vive y hace sus compras. No cierra los fines de semana. Su vida y su espíritu no se han extinguido'.
Ciudad orgullosa
Y eso es lo que estimula a Keith, que ve Barcelona como una ciudad orgullosa de su historia, pero inquieta, ansiosa por avanzar. 'El pasado, el presente y el futuro se combinan. Cuando se camina por la calle, se puede ver en la arquitectura, en el diseño antiguo y moderno, cientos de años de evolución que suelen mezclarse con gran minuciosidad y refinamiento. La Sagrada Familia es una imagen perfecta de ese sentido de la historia que transcurre ante nuestros propios ojos, de esa ciudad con un pasado y un apretado proyecto de futuro'. Advertí aquella energía a la que se refiere Keith la primera vez que vine como turista, en 1997. Pero lo que más me gusta, les digo a mis amigos extranjeros, es la sensación de que, de todos los lugares que conozco, Barcelona es el que ha encontrado el equilibrio ideal -o que más se aproxima al ideal- entre la necesidad de trabajar y ganar dinero y el reconocimiento de que la vida es corta y hay que disfrutarla. Keith, cuando le digo eso, se aferra a la palabra equilibrio. 'Eso es. Exactamente. El ritmo de vida, la estética, la tolerancia, el sentido de los valores que se transmiten: han logrado el equilibrio adecuado. Creo que el gran triunfo de los barceloneses, y no sé siquiera si se dan cuenta de ello, es que han conseguido perfeccionar el arte de vivir. Cuando estoy en la ciudad, sí, claro, me encantan los espacios del Eixample, me fascina Gaudí, pero me siento feliz, más que nada, de poder compartir eso con ellos. De poder respirar el aire, aunque sea sólo por unos instantes, en un lugar donde a lo largo de la historia han llegado a una tan refinada definición de lo que deben ser las prioridades en la vida'.
GUÍA PRÁCTICA
- Población: la ciudad de Barcelona tiene 1,6 millones de habitantes; el área metropolitana, unos cuatro millones.
- Central de reservas de hoteles: 933 01 59 94 y www.barcelonahotel.com. - Hotel Oriente (933 02 25 58; www.husa.es). La Rambla, 45. Tres estrellas. Edificio de 1842 totalmente restaurado y muy cercano al Liceo, donde se ha alojado, entre otros, Maria Callas. La habitación doble: 117,2 euros entre semana y 84,14 euros en fin de semana. - Hotel Colón (933 01 14 04; www.hotelcolon.es). Avenida de la Catedral, 7. Cuatro estrellas. Cara a cara con la catedral. La habitación doble: 195,33 euros. - Hotel Gran Vía (933 18 19 00; www.nnhotels.es). Gran Via de les Corts Catalanes, 642. Tres estrellas. Una mansión de 1873 convertida en hotel en 1936. Las habitaciones han sido remodeladas, pero se conserva mobiliario y obras de arte de la época original. Cercano al paseo de Gracia. La doble: 90,15 euros. - Hotel Sant Agustí (933 18 16 58; www.hotelsa.com). Plaça de Sant Agustí, 3. Tres estrellas. Uno de los más antiguos, con cien años de funcionamiento. Remodelado en profundidad en la última década, sigue ofreciendo comodidad, un entorno muy vivo y grandes vistas desde los pisos superiores. La doble: desde 100 euros. - Hotel España (933 18 17 58). Sant Pau, 9-11. Un emblema modernista en el corazón de El Raval. Sus pisos principales fueron diseñados por Domènech i Muntaner en 1902. Habitación doble: 65 euros.
- 7 Portes (933 19 30 33). Paseo de Isabel II, 14. Abrió hace más de 150 años como café y hoy se ha convertido en un reputado restaurante de cocina catalana. Abierto todo el día, goza de una ubicación privilegiada, muy cerca del mar. Precio medio: 30 euros. - Senyor Parellada (933 10 50 94). Argenteria, 37. El abuelo del hoy propietario se inició en la Fonda Europa de Granollers. La tradición continúa en esta antigua fonda situada en pleno casco antiguo, a dos pasos de Santa María del Mar. Cocina mediterránea. Unos 24 euros. - Flash Flash (932 37 09 90). La Granada del Penedès, 25. Una carta con más de 70 tortillas diferentes y una fantástica ambientación de los años setenta son las claves de su éxito. Unos 18 euros. - Talaia (932 21 90 90). La Marina, 16. Primera línea de mar para esta sorprendente cocina de la factoría de Ferran Adrià. Menú degustación: 51 euros. - Gaig (934 29 10 17). Paseo Maragall, 402. Carles Gaig es la cuarta generación familiar dedicada al oficio. El ahora refinado local aprovecha el edificio y su ubicación en el barrio de Horta para deleitar con una cocina entre moderna y tradicional. Menú degustación, 55 euros.
- Museo Picasso (933 19 63 10). Montcada, 15-23. El más visitado de la ciudad, atrae a unas 800.000 personas al año. Dispone de la colección más importante de las obras de juventud del pintor. Precio: 4,80 euros; estudiantes, 2,40. - Museu de la Ciència (932 12 60 50; www.lacaixa.es/fundacio/cat/equips/ museu.htm). Teodor Roviralta, 55. Centro de divulgación científica basado en la interacción y participación de los visitantes. Precio: tres euros por la entrada a las salas y actividades temporales, y 1,50 por las actividades (planetario). - Museu Nacional d'Art de Catalunya (936 22 03 60; www.mnac.es). Mirador del Palau, 6-10. Creado en 1990, acoge una de las mayores colecciones de arte románico. Precio: colección permanente, 4,80 euros; colección temporal, 3,60 euros; todo, 6 euros. - Museu d'Art Contemporani de Barcelona (934 12 08 10; www.macba.es). Plaza de les Angels, 1. Inaugurado en 1995, este edificio de Richard Meier reúne obras que van desde los años 40 hasta los años 90 y ha reactivado la actividad cultural del distrito de El Raval. Entrada a todas las exposiciones: 5,10 euros. Colección y una exposición temporal: 3,45 euros. Miércoles no festivo, día del visitante: precio único, 2,55 euros. - Fundació Joan Miró (934 43 94 70; www.bcn.fjmiro.es). Avenida de Miramar, 1. Abierta al público desde 1975, esta fundación nace de la iniciativa y donaciones del propio Miró. Además de su obra, acoge otras exposiciones temporales. Entrada general: 7,20 euros (adultos) y 3,90 euros (tarifa reducida). Muestras temporales: 3,60 euros. - Fundació Antoni Tàpies (934 87 03 15). Aragó, 255. Creada por el propio pintor en 1990 para promover el conocimiento del arte moderno. Incluye un museo y una biblioteca. Precio: 4,20 euros; estudiantes, 2,10. - Museu de Història de la Ciutat (933 15 11 11; www.museuhistoria.bcn.es). Plaza del Rei, 1. Precio: 3,50 euros; tarifa reducida, 2 euros.
- Oficina de Turismo de Barcelona (906 30 12 82).
- www.bcn.es. - www.barcelonaturisme.com.
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