Seguridad Social y atención al paciente
Cuando oigo al señor Aznar decir que 'España va bien' y a Celia Villalobos alabar la sanidad me da la impresión de que vivo en otro país. El pasado 2 de diciembre, mi padre se rompió el peroné; nos dirigimos al hospital de El Escorial, donde le pusieron una escayola y nos dieron cita para el 17 de diciembre. Ese día, después de esperar dos horas en la consulta, nos recibe el traumatólogo y tras abrir la historia correpondiente nos vuelve a citar para el 4 de enero a las once de la mañana, y ahí comenzó nuestro calvario.
Ese día, después de esperar durante tres horas en una sala de espera donde no caben ni 10 pacientes y que comparten con las máquinas de refrescos, nos dicen que la historia no aparece; nos dirigimos al departamento de atención al paciente y la respuesta que nos dan es que tenemos que volver a pedir hora y abrir de nuevo la historia; como nos negamos a marcharnos, el traumatólogo accede a realizar una radiografía y ver cuál es la situación de su pie; cuando pasamos a la consulta a las tres de la tarde (la cita era para las once) nos comenta que se encuentran desbordados, que ha visto 63 pacientes en cinco horas y todavía tiene dos operaciones programadas, llevan meses solicitando más medios pero la Comunidad de Madrid, de quien depende el hospital, ni siquiera les recibe.
El Escorial tiene una población censada de más de 170.000 personas, a las que hay que añadir los inmigrantes irregulares y los desplazados, y para todos ellos el hospital cuenta con 69 camas.
Sin embargo, se está construyento un auditorio con un presupuesto que supera los 500 millones, y cuyas obras visita regularmente el señor Ruiz-Gallardón. Quizá la solución sea ir a la puerta del auditorio cuando nos encontremos enfermos.
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