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Teatro entre las ruinas de Kabul

Privado durante cinco años de cualquier manifestación artística, el público afgano aplaudió con entusiasmo

Fue un acto de exaltación del arte como arma regeneradora y también un indicio de que la paz es posible en Afganistán tras casi un cuarto de siglo de guerra. Medio millar de espectadores, entre ellos numerosos niños, asistieron ayer a una función de teatro y música en las ruinas del auditorio Nindari, de Kabul, el más importante de la ciudad hasta que las bombas y la desidia talibán lo redujeron a escombros.

Privado durante cinco años de cualquier manifestación artística, el público kabulí aplaudió con entusiasmo la actuación de los actores y acompañó con silbidos y palmas la interpretación de los músicos. En el patio de butacas -sustituidas en esta ocasión por unos bancos corridos de colegio- se sentaron los invitados especiales, entre los que había autoridades, diplomáticos extranjeros y algunas mujeres. Arriba, en el entresuelo, decenas de niños luchaban por no perderse un detalle de la función, para muchos la primera de su vida. La televisión afgana, con sus viejas cámaras pretalibanes, fue testigo del acontecimiento.

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Un actor caracterizado de talibán abrió la función de teatro. Con larga barba y negro turbante, blandiendo una antorcha en una mano y una pistola en la otra, el estudiante radical mata a todo el que se cruza por delante y prende fuego al teatro. El propietario del local se lamenta por la pérdida de su negocio, mientras una mujer le espeta: '¿De qué te lamentas? ¿Es que no sabes que han matado a nuestros maridos y a nuestros hijos?'. Tras varios pasajes alusivos al dominio talibán, un hombre anuncia la derrota de los estudiantes radicales y el triunfo de la paz. En la escena final de la obra, una paloma arroja flores sobre el público emocionado.

La actriz Raya Nagibzada, de 19 años, interpretó el papel de paloma. 'Quiero demostrarle al público que por fin tenemos paz en Afganistán', afirma entre bastidores. 'Espero que, cuando pongan la obra en televisión, más gente se anime a venir al teatro'. A Raya, hija de actores, le gustaría que todos los artistas y escritores afganos exiliados regresaran cuanto antes para reconstruir la escena cultural de Kabul. 'Quiero que expulsen el miedo de sus corazones y vengan a servir a su país', afirma.

Tras la representación teatral, el cantante Aziz Ghaznawi, uno de los más populares en Afganistán, interpretó canciones patrióticas y del folclor local entre el delirio del público. Un anciano de barba blanca y enorme turbante subió espontáneamente al escenario y bailó al ritmo de la música, mientras alguien lanzaba billetes al aire para animar a los intérpretes. 'La música es el alimento del alma', afirma Ghaznawi en lo que un día fueron los camerinos, 'y alegra el corazón de la gente en estos tiempos difíciles'. Vestido con chaqueta y corbata, el cantante recuerda con nostalgia sus actuaciones en el mismo teatro, sobre cuyo escenario llegaron a actuar artistas japoneses, turcos y rusos. 'La vida se interrumpió con los talibanes y todo acabó como esto: destruido', dice Ghaznawi señalando al ruinoso auditorio.

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Al concluir el espectáculo, el ministro de Cultura, Sayed Majdun Rahim, declaró a los periodistas que la representación fue una prueba de que el arte y la música no han muerto en Afganistán y de que nadie será capaz de acabar con ellos. 'Espero que éste y otros edificios destruidos por los enemigos de la cultura vuelvan a funcionar, y estoy seguro de que todos nuestros músicos y artistas acabarán regresando a Afganistán', dijo.

Actores afganos representan en un teatro de Kabul la destrucción que ocasionaron los talibanes. La joven vestida de novia representa la vuelta de la paz.
Actores afganos representan en un teatro de Kabul la destrucción que ocasionaron los talibanes. La joven vestida de novia representa la vuelta de la paz.

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