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Reportaje:

Del gris al verde

Parques, universidad y cultura: los tres ejes de la transformación de la vieja ciudad industrial

'Antes los habitantes de Terrassa no se sentían orgullosos de su ciudad; ahora ya sí'. Así se expresaba Manuel Royes, en este periódico, días antes de sus últimas elecciones como candidato a la alcaldía de Terrassa, en 1999. En 23 años, Terrassa ha tenido tiempo suficiente para vivir una gran transformación y ahora es, como ayer recordaba Royes, 'una de las pocas ciudades grandes que todavía crecen'.

La que fue en su día una de las pioneras de la industrialización textil ha crecido a veces a trompicones. El momento más difícil se produjo entre 1940 y 1970, cuando la vorágine de la inmigración hizo emerger nuevos barrios cuya comunicación no facilitaba precisamente la orografía de la ciudad.

Terrassa siempre se ha enorgullecido de tener un importante patrimonio industrial y modernista, fruto de una tradición industrial muy potente. Pero arrastraba una imagen de ciudad gris, deshilachada. Ha sido en las últimas dos décadas, especialmente en los años noventa, cuando la ciudad ha conseguido trenzar una trama urbana cohesionada y transformada. Nuevos parques urbanos, como el espectacular Vallparadís del Nord -330.000 metros cuadrados y lago navegable incluido-, y muchas otras zonas verdes, hasta casi doblar las que tenía en 1995, han contribuido al cambio. La conversión en zona peatonal del centro y el macrocomplejo lúdico del Parc Vallès son otros importantes hitos.

Ayer, cuando valoraba sus 23 años de alcalde, Royes definía su ciudad como 'moderna, democrática, competitiva, abierta y acogedora'. Dijo recordar con especial emoción los Juegos Olímpicos, en los que Terrassa fue subsede. Al hacer balance, también citó ayer el campo de golf de Torrebonica, que ha levantado muchas ampollas y que siempre se ha visto con recelo desde la vecina Sabadell; la prolongación del trazado de los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya; la ciudad universitaria -que incluye instalaciones de tres universidades catalanas-; el Vapor Universitario, nueva sede de la Escuela de Artes Aplicadas, y la ciudad de la imagen, un proyecto que pretende atraer la industria audiovisual.

Para su sucesor deja uno de los proyectos más ambiciosos: la revisión del Plan General de Ordenación, que empezó en 2000 y que marcará los cambios que vivirá la ciudad en los próximos 15 años.

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