La piloto que se niega a llevar velo
Una norteamericana en Arabia Saudí denuncia que le obligan a cubrirse
La teniente coronel Martha McSally es uno de los pilotos más brillantes de la Fuerza Aérea estadounidense. En 1993 formó parte del primer grupo de mujeres elegidas para pilotar cazabombarderos pese a no alcanzar la talla mínima exigida (mide 1,57 metros), va cuatro años por delante del resto de su promoción, es licenciada en Biología y máster en gestión del sector público por la Universidad de Harvard, es campeona de natación y triatlón, y su historial militar es el propio de un aspirante a las estrellas de general: ha sido instructora de combate en Kosovo, ha patrullado la zona de exclusión sobre territorio iraquí y es la principal asesora del comandante de la unidad de rescate del suroeste asiático: si un piloto es derribado en Afganistán, por ejemplo, la teniente coronel McSally tiene la misión de localizarle y sacarle de allí en cuestión de horas.
La demanda podría acabar con la carrera de la teniente coronel McSally, uno de los pilotos más brillantes
Pero la teniente coronel McSally debe envolverse en una bata oscura y cubrirse la cabeza con un pañuelo negro para salir fuera de su cuartel, la base aérea Príncipe Sultán en Arabia Saudí. No puede conducir un automóvil ni sentarse junto al conductor, no puede pasear sola y no puede hablar con los hombres saudíes, aunque se encuentre de servicio. Como las otras mujeres militares estadounidenses destinadas a Arabia Saudí, la teniente coronel debe ceñirse a las nuevas órdenes del Pentágono y comportarse en público como las mujeres locales, para no 'ofender' al país anfitrión.
La teniente coronel considera que todo eso no tiene sentido. 'Esto supone renunciar a los valores constitucionales de libertad y respeto al individuo que, como militares, hemos jurado defender con nuestra vida', dice. '¿Hemos librado una guerra para que las mujeres en Afganistán dispongan de derechos que nosotras no tenemos en Arabia Saudí? O dicho de otro modo: si el interés nacional nos hubiera obligado a desplegarnos en Suráfrica en tiempos del apartheid, ¿habríamos segregado a los soldados de raza negra?' El mes pasado, Martha McSally tomó una decisión que pone en peligro su carrera: presentó ante los tribunales de Estados Unidos una demanda por discriminación contra el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
La demanda ha recibido apoyos muy variados. El senador republicano Bob Smith, uno de los cinco de su partido que ha protestado por la actitud del Pentágono, redunda en la paradoja: 'Hemos ido a la guerra en Afganistán para conseguir, entre otras cosas, que esos ropajes no sean obligatorios; pero se los imponemos a las mujeres soldados que combaten en esa guerra. No tiene sentido', declaró. La representante demócrata Louise Slaughter escribió a Rumsfeld para protestar por 'la falta de respeto' demostrada por el Departamento de Defensa hacia las aproximadamente 1.000 militares de sexo femenino estacionadas en Arabia Saudí.
El Pentágono no siempre ha sido tan estricto al regular el comportamiento de los soldados femeninos en territorio saudí. Generalmente, las normas sobre vestimenta han correspondido a los mandos de cada destacamento. La primera vez que fue destinada a Kuwait, en 1995, Martha McSally descubrió que debía vestir pantalón largo para practicar deportes, pese a las altísimas temperaturas, mientras sus colegas masculinos podían hacerlo en bañador. Se quejó al comandante en jefe y éste revocó las órdenes. Desde entonces, McSally ha elevado constantes protestas (el Pentágono reconoce que muy respetuosas y siempre por la vía reglamentaria) por la discriminación que sufren las militares estadounidenses en países árabes. 'No creo que haya que enfrentarse a las costumbres locales, pero pienso que bastaría con vestir una camisa amplia y una falda larga al salir de paseo', comentó el domingo, ante las alumnas de un colegio femenino de Nueva York. El endurecimiento de las normas para las soldados en Arabia Saudí se produjo tras los atentados del 11 de septiembre, 'como muestra de respeto a las autoridades locales y para evitar atentados', según la explicación oficial.
En el Ejército no se duda que la demanda perjudicará las posibilidades de ascenso de la teniente coronel y tal vez, a medio plazo, la obligue a abandonar la carrera militar. 'Yo elijo mis propios retos', afirma ella.
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