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Columna
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García Marcos

La portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Marbella sabe que tiene razón y no ceja en su empeño de insistir en la denuncia de los excesos y atropellos de Jesús Gil. Su actitud le ha valido no sólo el maltrato del alcalde, sino, a veces, el abandono de los de su propio partido. Isabel García Marcos llegó al PSOE como independiente sin experiencia política, según contaba el domingo en este periódico Esperanza Peláez en su entrevista a la incansable concejala.

La independencia es cosa que suele despertar todo tipo de recelos entre quienes llegan a los cargos tras años de militancia. Es humano, por otra parte, y, en contra de lo que muchos creen, en general no debe ser bueno valorar a los independientes por encima de los militantes, porque los partidos políticos viven, crecen y pueden desarrollar su acción política gracias a los militantes, sin los que no habría partidos, cosa que como todo el mundo sabe es más mala que buena, y no hace falta recordar en este breve artículo lo que la política sin partidos es.

No quiero ir tan lejos y sí quedarme en la figura de Isabel García Marcos, que llegó como independiente, pero que ya es militante del PSOE, donde, según los que saben, continúa sin tener grandes amores. Es una mujer valiente que no teme decir que la justicia, a veces, es encubridora de Gil. Una imagina a esa mujer rodeada de peligros. Vivir en Marbella, reino de Gil, decir cosas como ésa en un lugar donde una juez puede decidir archivar de manera alarmante un caso como el del robo de sumarios en los juzgados, escandaloso donde los haya, o asegurar que es difícil ser juez íntegro en Marbella, es seguir no teniendo miedo a ponerse en el sitio en el que te las dan todas, pero, sobre todo, es tener claro que cuando se está en política o se está y sin pelos en la lengua, cuando denuncia a Gil, cuando alerta sobre pactos del PP o cuando señalando a su propio partido asegura que 'lamentablemente existe un clientelismo interno en los partidos que debería ser abolido, porque lleva a que haya políticos más preocupados por agradar a la dirección que a los ciudadanos, y eso no es lícito'.

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