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AMÉRICA LATINA
Columna
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Riesgos para la banca española en Latinoamérica

América Latina, durante la década de los noventa, resultó una zona especialmente fructífera para la internacionalización de la banca española. Los dos principales bancos españoles, SCH y BBVA, comenzaron a realizar, al inicio de esta década, importantes inversiones en la región. Esta política de expansión se situó sobre todo en el mercado minorista, para más adelante expandirse hacia la gestión de activos. Como hemos dicho en otros trabajos, esta expansión internacional, entre otras causas, se debió a una alta maduración del mercado nacional, que obligaba a las entidades a buscar oportunidades de ensanchar su negocio, obtener márgenes más amplios y alcanzar otra variable estratégica, mayor tamaño.

Los bancos españoles ralentizarán seguramente la expansión para concentrarse en la consolidación

El plan de expansión presuponía que los distintos gobiernos llevasen a cabo un ambicioso proceso de reformas estructurales en los diferentes sectores empresariales, incluyendo el financiero, con el propósito de estimular el crecimiento. Y así resultó. Unas veces por iniciativa propia y otras empujados por la realidad latente de los sectores financieros, la Administración introdujo reformas y abrió mercados a las entidades extranjeras. Estas medidas trajeron consigo una mayor eficiencia en el uso de recursos que, junto a las nuevas técnicas de gestión y tecnologías incorporadas por los nuevos bancos, modernizaron los obsoletos sistemas financieros y las prácticas bancarias.

Hasta aquí, todo transcurría más o menos ordenadamente, siempre dentro de las coordenadas económicas que caracterizan a la región: vulnerabilidad, inestabilidad, crisis y rápida recuperación. Comenzó bien el nuevo siglo, con un crecimiento en torno al 4%, pero el pasado año, las dificultades afloraron pronto, especialmente en Argentina. Aun así, se estimaba un aumento del PIB del 2%.

Desafortunadamente, estas previsiones se han visto alteradas negativamente como consecuencia de los trágicos sucesos de los atentados terroristas del pasado 11 de septiembre. Ante este contexto de incertidumbre mundial, y de retroceso económico regional, cabe reflexionar sobre algunos de los riesgos que conlleva esta situación para la banca española. Entre otros, pueden destacarse los siguientes:

Primer riesgo: menor crecimiento económico. Las nuevas previsiones han llevado al FMI a rebajar la tasa de crecimiento regional del 2% al 0,9%. Ante este contexto, los bancos españoles ralentizarán seguramente el proceso expansivo, para concentrarse en la consolidación en cada uno de los países en los que operan. Menor crecimiento significa, a priori, menos demanda en la utilización de los servicios bancarios y quizás una disminución del margen financiero (presuponiendo una agresiva bajada de los tipos de interés), pero ante todo, este entorno desencadena altas tasas de riesgo. Las familias y las pyme, principales clientes del negocio de banca al por menor, ante menores ingresos de las primeras por congelación de los salarios y aumento del desempleo, junto a la caída de los pedidos y disminución de las ventas de las segundas, provocarán, además de una caída del negocio, una cadena de impagados y de crecientes riesgos. Este escenario en España se pudo sobrellevar, gracias a la alta bancarización de la sociedad española, una mayor cohesión económica y protección social, que permitió amortiguar la disminución de la actividad bancaria, los impagados e insolvencias y, sobre todo, la caída del margen de intermediación, que se recompuso por un incremento de los ingresos por comisiones.

Segundo riesgo: reformas estructurales. La desfavorable situación económica que se venía registrando, agravada tras el cruel atentado del 11 de septiembre, restringirá la continuidad de los programas de reformas estructurales, quedando relegados a un segundo o tercer plano.

Tercer riesgo: coste de internacionalización. Este coste, generalmente, juega un papel importante en cualquier estrategia de diversificación geográfica. En Europa, un punto porcentual adicional de cuota de mercado estaba situado en los principales países por encima de 1.000 millones de dólares, mientras que en el mercado minorista latinoamericano se sitúa por debajo de los 300 millones. Los bancos españoles llevaron a cabo su política de adquisiciones en momentos en los que las valoraciones de los bancos latinoamericanos estaban influenciadas a la baja por un mal desempeño financiero. Lo normal es que, según las buenas oportunidades se van acabando, el coste de diversificación se incremente, como ha quedado patente tras las últimas adquisiciones realizadas por BBVA y SCH, al adquirir el mexicano Bancomer y el brasileño Banespa, respectivamente.

Cuarto riesgo: prima de riesgo país y riesgo cambiario. Cualquier empresa que invierta en esta región tiene que tener en cuenta la situación política del país, así como la divisa en la que se van a situar sus inversiones. Cuanto mayor es el desequilibrio social, político y/o económico, mayor es la prima. El tipo de cambio, como variable que refleja todos estos puntos, puede oscilar fuertemente, máxime en estos momentos de inestabilidad política global, donde se produce una huida del riesgo, que hace que lo que fue una inversión exitosa planeada a un tipo de cambio determinado resulte fallida.

Dentro del riesgo cambiario, que existe de forma generalizada en todos los países latinoamericanos, actualmente el más relevante es Argentina, con tipo de cambio fijo referenciado al dólar. Tanto SCH como BBVA mantienen fuertes inversiones en Argentina y la devaluación del peso provocará un fuerte impacto en las inversiones que estos dos bancos mantienen.

Quinto riesgo: nuevos competidores. Los negocios en los que se han centrado los bancos españoles vienen registrando un fuerte crecimiento, y tienen además un alto potencial de desarrollo.

Concretamente, las gestoras de planes de pensiones suponen una fuente importante y relativamente barata de ingresos, situación que no pasa inadvertida para otras entidades instaladas en la región, como Citibank, HSBC, ABN Amro o Bank Boston. Así lo atestigua la entrada, o mejor dicho, el retorno, del líder mundial de sevicios financieros, Citibank, a México. La compañía ha comprado el grupo Banamex, una operación cifrada en 2,36 billones de pesetas, que ha constituido una operación sin precedentes en los mercados latinoamericanos.

Ante el contexto que impone la globalización, las empresas y la banca española tienen como fortalezas las muy favorables posiciones alcanzadas a lo largo y ancho del continente.

No obstante, merece la pena destacar lo apuntado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su informe de 1999 sobre inversiones extranjeras en América Latina: 'Al comenzar el nuevo siglo, es muy probable que las empresas españolas estén llegando a la fase más compleja de su estrategia de expansión en América Latina: lograr su plena aceptación y asimilación por parte de los mercados, las autoridades y los clientes de la región'.

Ramón Casilda Béjar es director de análisis y estudios de Soluziona TI.

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