Ladrones de 'guante artístico'

Los robos perpetrados contra el patrimonio cultural para su posterior comercialización se han revelado desde la década de los setenta como un delito en constante auge en España, uno de los países más ricos del mundo en fondos artísticos. Tras las dos Castillas y Navarra, la Comunidad Valenciana registra el mayor número de actos delictivos contra el patrimonio histórico artístico de España con un 9,6% del total nacional, según fuentes de la Guardia Civil. Así lo constatan las últimas actuaciones policiales. A mediados de diciembre, la Guardia Civil de Valencia asestó un duro golpe contra el tráfico ilegal de piezas arqueológicas. La operación se saldó con dos detenidos y la incautación del mayor volumen de restos íberos -2.000 piezas- recuperados hasta la fecha.

En la provincia de Alicante, la Comandancia registró en los últimos siete años 47 denuncias relacionadas con estos robos, de las que 19 fueron resueltas con la detención de 25 personas.

En España, el comercio de piezas arqueológicas y de arte, canalizado a través de establecimientos de numismática y de galerías de arte, es lícito siempre que procedan de colecciones legales. Sin embargo, junto a este negocio convive paralelamente la transacción ilícita de piezas de arte y arqueológicas procedentes de robos perpetrados en museos, yacimientos, y colecciones privadas. Los expolios de yacimientos paleontológicos, subacuáticos y de pinturas rupestres constituyen para estos delincuentes una importante fuente de adquisición de hallazgos antiguos.

La zona costera de la Comunidad, rica en yacimientos subacuáticos por su pasado histórico, es, junto con el sur de la península y las costas catalanas y gallegas, la zona más afectada por los expolios. La práctica del buceo deportivo gracias a la bonanza climatológica permite a estos deportistas apropiarse, en ocasiones, de piezas de gran valor, como ánforas, anclas, cañones y cepos romanos, por su carácter histórico. No obstante, Madrid y Barcelona acumulan el comercio de 'mayor importancia' de piezas robadas, aunque las últimas intervenciones de la Guardia Civil han descubierto en los mercadillos de La Nucia y Guardamar abundantes objetos antiguos robados.

El autor de estos delitos responde a dos perfiles diferenciados: los ladrones ocasionales -aquellos aficionados que, sin autorización, buscan restos arqueológicos en yacimientos para su colección-; y los habituales. Éstos últimos son delincuentes cualificados 'dedicados totalmente a esta actividad'. Las bandas actúan por encargo, están integradas entre dos y cuatro individuos y conocen los circuitos de comercialización. Las piezas más importantes son vendidas directamente a coleccionistas privados, personas con alto poder adquisitivo y conocidos por los ladrones por anteriores ventas. Pero la labor de colocar las piezas en el mercado la ejerce el intermediario, un individuo con suficientes contactos en el ámbito cultural y con amplios conocimientos artísticos, y quien asigna a los ladrones qué piezas han de sustraer. El destinatario de la obra desconoce por lo general su procedencia ilegal.