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Reportaje:

El círculo vicioso de la economía americana

El temor de los consumidores y la incertidumbre del momento impiden prever la salida a la actual recesión

El Fondo Monetario Internacional ha arrojado nuevas dudas sobre la economía norteamericana, para la que vaticina un crecimiento en el año 2002 del 0,7%, en contracción todavía sobre el escueto 1% de incremento del PIB estimado para el año que termina, traumáticamente marcado por los ataques del 11 de septiembre, puntilla de un sistema productivo que entró en recesión hace ocho meses.

La Reserva Federal ha creído ver últimamente indicios de recuperación de la demanda, pero éstos son 'preliminares y vacilantes'
La actual recesión no es aguda, por lo que se deduce que la salida será progresiva, con una muy lenta recuperación de empleo
La ventaja potencial del exceso de capacidad es que permite responder con rapidez a los indicios de recuperación
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Es el fin de una década de expansión sin precedentes, con crecimiento anual por encima del 4%, aupada en los últimos años sobre la plataforma de las nuevas tecnologías, dispuestas a acabar con el paradigma de la economía (la riqueza se creaba ahora sin nada y de la nada) y a abrir una brillante época en la que todo era posible. Tanto que algunos creyeron vivir una experiencia creativa equiparable a la de la revolución industrial. El estallido de la burbuja de las puntocom y el terrorismo internacional forzaron un dramático despertar. Estados Unidos, lo mismo sus expertos que el ciudadano de a pie, se pregunta cuánto va a durar la contracción y qué ocurrirá después. No hay respuestas fiables.

Los humores van en este fin de año casi a la par con los datos sobre las ventas minoristas: subida récord en octubre (6,4%) seguida de caída récord en noviembre (3,7%). A los comentarios eufóricos de un día siguen taciturnos análisis el siguiente. A veces en el mismo momento: las opiniones expansivas de unos economistas son respondidas de inmediato por otros que mantienen las contrarias en cadenas de televisión especializadas en información económica.

Con la obligación de ser cauto que le impone el cargo, si es que no le fuera consustancial, Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal (banco emisor), declaró a finales de octubre en el Congreso: 'En conjunto, creo que la situación no es tan mala como muchos pensamos que podría ser'. Después siguió recortando los tipos -que empezaron el año en el 6,5% y lo terminan en el 1,75%, la cota más baja en 40 años, tras uno de los esfuerzos más agresivos en la historia de la Fed- sin efecto palpable. También es cierto, dijo entonces Greenspan, que la economía 'no está reaccionado con el dinamismo que típicamente sigue a un gran desastre natural que destruye las infraestructuras'.

Los presidentes del Banco de la Reserva Federal en Chicago, Michael Moskow, y St. Louis, William Poole, coinciden en señalar que hay 'muchas incertidumbres' sobre el futuro. 'No hay modo de predecir cuándo concluirá la recesión', señala Poole, que se dice optimista porque los factores básicos del sistema son sólidos: inflación baja, estructura competitiva en los mercados, sistema bancario fuerte, fiscalidad saneada, energía barata...

El interbancario a corto al 1,75% está ya por debajo de la inflación (1,9%), lo que en teoría debería espolear la recuperación. La parálisis real lleva a algunos a evocar el fantasmas de la deflación (caída de precios y de la producción), como ocurre en Japón, lo que dejaría a la Fed sin palanca con la que intentar mover el sistema. La Fed no cree que eso llegue a producirse, y Poole, que participa en las reuniones que deciden los recortes, es partidario de ir hasta el final en la rebaja del precio del dinero: 'El tope está en el 0%, y, si el 0% es positivo para la economía, deberíamos llegar a él'.

Jack Welch, el superempresario que recientemente dejó el timón de General Electric, declaraba hace unos días en un acto organizado por el semanario Business Week que, 'con los recortes en los tipos, la liquidez que se ha introducido en el sistema, el paquete de estímulos económicos y los recortes de impuestos deberíamos tener una recuperación el año que viene, en condiciones normales. Lo que pasa es que se ha superimpuesto a la economía tanta psicología que nadie sabe qué hacer'. Un nuevo grave atentado terrorista 'y se acabó la recuperación', dijo.

La latente amenaza terrorista es un factor menor mientras no se convierta en realidad. La confianza del consumidor sobre el futuro está bajo mínimos debido a las continuas noticias de despidos de miles de trabajadores y la certeza de que va a seguir aumentando el desempleo. A noviembre se llegó con la tasa del 5,7%, la más alta en seis años, que los economistas esperan alcance el 6,5% en los próximos meses. En esa situación de incertidumbre, el consumidor se contiene y la economía, cuyos dos tercios dependen del consumo, se resiente. Es un círculo vicioso en un sistema que responde instantáneamente a una mala cuenta de resultados con recortes en la nómina: a menor consumo y menos beneficios, menos empleo; a menor empleo, menos confianza; a menor confianza, menos consumo.

La Reserva Federal ha creído ver recientemente indicios de recuperación de la demanda, 'pero son preliminares y vacilantes', de ahí el último recorte de tipos. El hecho es que el PIB se contrajo el 1,1% en el tercer trimestre, y la Asociación Nacional Manufacturera estima que la economía norteamericana podría llegar a tener un crecimiento negativo del 2,7% en el que ahora concluye.

Un reciente estudio sobre las proyecciones para el año entrante realizadas por analistas privados señalaba que el 59% de los consultados cree que Estados Unidos saldrá del túnel en el primer trimestre, una vena a la que gana en optimismo la Federación Nacional de Negocios Independientes, entidad que agrupa a las pyme de Estados Unidos, que dan trabajo a la mitad de los empleados del país. Los pequeños empresarios vaticinan un crecimiento positivo del PIB ya en este último trimestre de 2001. Es un 0,5% en sus proyecciones, insuficiente para contener el desempleo, pero el principio de la recuperación. En el volátil panorama económico, otra encuesta entre responsables financieros de 291 empresas revela que sólo el 6% de ellos cree que la recesión esté a punto de concluir. Casi dos tercios de los consultados la ven llegar hasta mediados o más allá de 2002. Un 15% es más pesimista y la extiende hasta el último trimestre del año entrante.

Los analistas atribuyen el optimismo de la pequeña y mediana empresa a su capacidad de responder con agilidad a las circunstancias del mercado, superior a la de las grandes firmas, que además de moverse con menos rapidez, suelen estar relacionadas con un mercado internacional que está tan deprimido o más que el norteamericano.

El debate (relativo) se plantea sobre la solidez de la recuperación. La mayoría de las opiniones expresadas hasta ahora descarta una recuperación en V: subida rápida que sigue a una caída profunda. La actual recesión no es aguda, y de ello se deduce que la salida también será progresiva con una muy lenta recuperación del empleo debido a que el sistema productivo se saturó de bienes de equipo en los eufóricos años noventa, cuando la aparentemente interminable bonanza invitaba a continuas inversiones.

Con el enfriamiento económico, la capacidad productiva industrial ha caído al 75%, la tasa más baja en casi dos décadas, y pasará tiempo hasta que el sistema vuelva a absorber ese 25% de exceso. A falta de una recuperación de la demanda y de los beneficios, las cuentas de resultados desalentarán nuevas contrataciones.

Las inversiones en tecnología ayudaron a las empresas norteamericanas a aumentar en los últimos años las tasas de productividad hasta un extraordinario 2,5% anual que difícilmente se podrá mantener a partir de ahora. En las dos décadas precedentes, la productividad venía creciendo por debajo del 1,5% y los economistas predicen que para el futuro cabe esperar tasas a medio camino entre uno y otro. De momento, las empresas intentarán lograrlo con plantillas más cortas. Sólo cuando se consolide la situación las compañías comenzarán a contratar nuevos trabajadores.

La ventaja potencial del exceso de capacidad es que permite responder con rapidez a los indicios de recuperación. En ese caso, el ciclo será virtuoso. Pero si dará paso a escenas como la de los eufóricos noventa o será más contenido tardará en verse. Nadie se atreve a vaticinar ese futuro.

El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, a la derecha en una reunión del G-20.
El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, a la derecha en una reunión del G-20.AP

La parálisis tecnológica

Los fabricantes de chips jamás lo habían pasado tan mal en su corta historia como en 2001, que se cierra con un 33% menos de ventas que el año anterior. Intel, el líder del sector, cedió el 22%, aunque aun así ganó cuota de mercado. El gigante del Silicon Valley cree que el negocio ya ha tocado fondo, pero los analistas estiman que la recuperación tardará en notarse y que no se saldrá del túnel la segunda mitad del año, camino de una sólida actividad en 2003. El enfriamiento de la economía ha paralizado el crecimiento de Internet, que este año ha visto desaparecer los restos del naufragio de las puntocom. Las supervivientes están aquí para quedarse y ya se habla de que en 2002 podría volver a verlas levantar cabeza a partir del núcleo de un grupo de notables que trabajan sobre modelos viables, como eBay o Amazon, que responden a las expectativas del consumidor. Las telecomunicaciones han vivido un año de absoluto repliegue y fabricantes de equipos como Lucent o Nortel lo han notado en sus cuentas de resultados y en sus plantillas. El año 2002 va seguir siendo malo, con el único aspecto alentador de lo que pueda ocurrir en la telefonía móvil, pendiente de innovaciones que permitan mayor interconectividad. El entrante será un año de transición.

'Superventas' de coches y despidos

De mirar sólo las ventas, el año 2001 ha resultado espléndido para la industria del motor norteamericana, que va a estar más cerca del récord de los 17,4 millones de unidades de turismos y vehículos ligeros vendido el año pasado de lo que nadie podía esperar. Lo malo para los tres grandes (General Motors, Ford y Chrysler) ha sido el coste financiero de la ofensiva comercial desencadenada en respuesta al 11 de septiembre, cuando GM marcó la pauta con sus ventas sin intereses. Los consumidores limpiaron de coches los concesionarios al tiempo que cargaban gravosamente las finanzas de los fabricantes. Chrysler, que empezó el año anunciando el despido de 26.000 trabajadores, esperaba cerrar en 2002 un año y medio de pérdidas. Ahora parece improbable. GM, la más saneada de los tres, anda en el límite de unos cortos beneficios. La caída más espectacular ha sido la de Ford, que concluye el año con pérdidas que pueden superar los 800 millones de dólares (907 millones de euros), primeros números rojos desde 1992. En octubre, un Ford, Bill Clayton, de 42 años, biznieto del fundador, volvió al timón. Las superventas de los últimos meses de 2001 van a ir en contra de lo que debería ser 2002. El nuevo Ford va a tener que lidiar con un año que los analistas aventuran brutalmente duro. En enero, la firma tiene previsto anunciar un plan de reestructuración (cortes de producción y bajas en la plantilla).

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